Bien acompañada con Carolina García y Cira Apitz
Valduero Reserva 2000, acompañado de pavo con dos salsas
Negocios productivos y prósperos: Gian Franco Algares del restaurant A las Brasas (ubicado en Coro) y Marcela Silva de Tamayo.
Asistí a la degustación de vinos Valduero que trae a Venezuela la gente de Tamayo. No es la primera vez que asisto a una desgustación de este vino, pero son tan ricos que no me importó repetir la experiencia. En este caso, estuvo prensente Carolina Garcia Viadero, una de las propietarias de la bodega ubicada en la Rivera del Duero en España.
La degustación la dirigió la sommelier Vanessa Barradas, pero en el interín presentó sus vinos la propia Carolina, quien de manera muy amena narró todos los detalles y anécdotas posibles. Es tal su pasión que me recordó a Carmelo Rodero cuando presenta sus vinos, que llegan a un nivel tal de entusiasmo que antes de tomar el vino uno sabe que va a degustar algo extraordinario, porque un vino que se hace con tanta pasión y entrega no puede ser del montón.
Carolina García expresó que tienen un respeto extraordinario por la tierra y el tiempo. Que la fórmula para lograr un vino maravilloso es terroir, cuido y tiempo. Además que se apoyan en la alta tecnología unida a los métodos artesanales que durante tanto tiempo han hecho de este oficio un arte.
«Cuando la gente toma nuestros vinos nos gusta que digan: qué complejidad!, qué elegancia!», afirmó. Ciertamente la Rivera del Duero cada vez es más famosa por la calidad de sus vinos, donde funcionan una especie de «bodegas boutique», que producen cantidades relativamente pequeñas, porque apuestan a la calidad. Claro! esto hace que no sean vinos baratos. García dijo «producimos 600 mil botellas al año cuando otras bodegas del Viejo Mundo producen 4 millones, incluso en Chile y Argentina hay bodegas que llegan a 10 millones de botellas al año».
Por otra parte, me encantó el maridaje. Hacía tiempo que no disfrutaba de un maridaje tan bien logrado. Aunque comenzamos con un Albariño Matín Codax 2006, algo lejano a los vinos protagonistas de la noche, que lo acompañaron con un ceviche de salmón y manzana.
Luego sirvieron Valduero crianza del 2003, 100% Tempranillo, acompañado con pernil con una especie de chutney de ají dulce. Esta fue la mejor pareja de la noche, aún cierro los ojos y evoco ese sabor.
Por último, sirvieron un Valduro reserva 2000, que como vino fue el que más me gustó. El maridaje estuvo bien, pero nada del otro mundo. Con pavo servido con dos salsas: una del propio pavo y una reducción de balsámico. Pero el vino era una caricia a mi paladar, con un vigor poco usual para un vino con tanto tiempo en botella.
Vanessa, saludos de tu tocaya…me elegra..es mas me siento muy orgullosa de que en general te hayam gustado mucho las armonias…que venga de tu boca es un honor…Para mi es importante porque no utilice ningun metodo cientifico para lograrlas sino mis sentidos..cosa que a veces nos critican los mas profesionales o nuestros profesores al no usar tablas de armonia que a veces me resultan fastidiosas y que le quitan la magia a lo desconocido..Si estoy de acuerdo en que como sommelier debo tener conocimientos tecnicos pero imaginame dando una clase de ese estilo en alguna de mis degustaciones…no seria nada amena!!!Bueno saludos de nuevo y espero que nos sigamos viendo!!!!
Vanessa, tal como expresé me gustó mucho el maridaje, de hecho hacía tiempo que no me gustaba tanto el maridaje en una desgutación. Es imposible evitar que algo o alguien sobresalga,como pasó en el maridaje con el cochino, que en verdad me encantó. Los otros dos estuvieron bien logrados, incluso me encontré a Maya en un evento y se lo comenté, luego hablamos rato sobre ti …. no te sonaron los oidos? Creo que cuentas con una excelente intuición – más allá de tu conocimiento técnico -, y es cierto, la técnica es necesaria pero no se puede dejar de lado la intuición y el gusto personal, es como una mesa de tres patas.