A comer pescado en Semana Santa … pero, ¡cuidado!

Pescados y mariscos son las estrellas de los menú de Semana Santa, bien sea por tradición o  por motivos religiosos, lo cierto es que la curva de consumo experimenta un ascenso imporante. Y aquí es cuando hay que tener cuidado con lo que se compra y dónde, porque son productos delicados que se prestan a todo tipo de intoxicaciones y alergias, muchas provocadas por el mal manejo en la cadena de distribución y venta.

Memorice la primera recomendación, repítala como un mantra: el pescado debe oler a mar, no a pescado. Si percibe un aroma fuerte a pescado, no lo compre, porque ya empezó su proceso de descomposición.

Las recomendaciones al comprar posiblemente las ha escuchado muchas veces, pero siempre son las mismas: que los ojos sean cristalinos y no espichados. Que la carne esté firme, es decir, que si la presiona con el dedo ofrezca resistencia y no se haga un hueco o deje marca. Que brille la piel. Al comprarlo asegúrese que está refrigerado, y no lleve horas expuesto al sol o a temperatura ambiente, que en el caso de Venezuela, supera los 30ºC.

Si compra peces pequeños como corocoros, lamparosas, cachorretas, sardinas, por ejemplo, pida que se las despachen con la cabeza y en última instancia, que se la corten a la vista de usted. Aunque la recomendación es comprar moluscos y crustáceos con sus concha o caparazón, que cuando los retire, debe ofrecer resistencia. Si le da flojera pelarlos, entonces, asegúrese que sus pescadero sea de confianza.

A la gente que va a la playa, sea desconfiada, nada bueno sale de un vendedor que pasa horas paseando «vuelve a la vida», «rompe colchón» o «el viagra marino» durante horas al sol. Hace algunos años cuando trabajaba en un restaurant en Margarita, todas las semana llegaba un cliente con un episodio de intoxicación por atragantarse de ostras en la playa, con la esperanza que el ácido del limón mata todo.

La recomendación final es que sea precavido, desconfie, revise, a veces es preferible pagar un poco más pero tener la seguridad que se ha respetado la cadena de frío. Sino, lo que ahorra en una cosa, lo terminará gastando en otra.

 

Vanessa Rolfini Arteaga
Vanessa Rolfini Arteaga
Comunicadora social y cocinera venezolana dedicada al periodismo gastronómico. Egresada de la UCAB con estudios de especialización en la Universidad Complutense, de crítica gastronómica en The Foodie Studies y entrenamiento sensorial en la Escuela de Catadores de Madrid. Actualmente, redactora en Sommelier y columnista del diario Correo de Perú. Conductora de rutas gastronómicas y editora de guías. Experta catadora de chocolates.
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