A Florencia hay que caminarla

Tengo que admitir que mi primera impresion de Florencia fue algo apresurada, porque cuando llegamos me aturdio el ruido, la gente por todos lados y la falta de informacion. Pasado un poco el tiempo, la segunda tarde fue diferente, mas relajada y mas adaptadas al caos, por decirlo de alguna manera.

Despues de almuerzo empezamos a hacer una de nuestras actividades favoritas en este viaje, caminar sin rumbo. Poco a poco la ciudad se fue develando, aparecian callecitas que nos invitaban pasearlas, con balcones llenos de flores o establecimientos con flores en el frente. En primavera los citadinos incurren en una practica que me encanta, que consiste en colocar flores frescas en la entrada de los negocios: Hortensias, Pensamientos, Rosas, Lirios, Clavelinos, y otras de brillantes colores cuyos nombres no conozco.

Explorabamos callecitas ajenas al circuito turistico, de repente nos topabamos con tiendas de libros antiguos, incluso en una encontre un Tarot del siglo IXX con unas figuras singulares; otras con objetos y utensilios de diseno para cocina. Luego cada dos calles aparecian tiendas de vino y productos de la Toscana, como aceite de oliva, hierbas, quesos de ovejo, Grappa, embutidos. Pero el tema de los vinos es especial, porque se trata de una de las regiones de Italia mas famosas por el tema. En los dias que estuvimos rondando la Toscana deguste Brunelo, Chianti y un vino que hacen de una uva llamada Vernacha, de la que resulta un vino blanco tipico de una zona muy pequena.

Luego encontramos tiendas de ropa, restaurancitos y bares pequenos, hasta que nos detuvimos en la plaza de la Cruz a admirar la iglesia. Nos sentamos en un cafe y pedimos un te helado para combatir el calor, cuando de repente se sento a nuestro lado una mujer que olia como si se le hubiese muerto un animal encima, y mi mama empezo a gritar que se habia muerto un animal. Yo me destornillaba de la risa, la mujer no entendia lo que estaba pasando y tuvimos que terminar de tomarnos el te en un banco porque el olor era insoportable. Pero es que el tema de los olores es delicado, con la llegada del calor, tambien se alborotan los sudores, mucha gente parece que no se da cuenta y andan por la vida como si nada aturdiendo al projimo.

La caminata siguio por Ponte Veccio y por las riberas del rio Arno – que atraviesa la ciudad – caminamos tantas horas que en la noche tuve que poner mis piernas en alto y tomarme un ibuprofeno para mitigar el dolor y poder conciliar el sueno. Lo bueno es que no me siento culpable cuando me como un helado, que en Florencia son fabulosos. Visitamos tambien varias iglesias y por supuesto, el Duomo, que es la vedette de la ciudad.

Finalmente, la ciudad me gusto mucho, no para volver con frecuencia pero la pude disfrutar. Aunque le comentaba a mi mama, que si tuviera los recursos economicos me gustaria ir de compras a Florencia, porque el buen gusto flota en el ambiente.

Nota informativa: hoy llegamos a Brescia, aqui estaremos una semana en la casa de Magda, una gran amiga de mi mama, desde aqui visitaremos Venezia y explorare el negocio que ellos tienen que es una posada y restaurant dedicado al agroturismo. Gracias a Dios tengo acceso a una computadora, asi que poco a poco me pondre al dia con los cuentos.

Vanessa Rolfini Arteaga
Vanessa Rolfini Arteaga
Comunicadora social y cocinera venezolana dedicada al periodismo gastronómico. Egresada de la UCAB con estudios de especialización en la Universidad Complutense, de crítica gastronómica en The Foodie Studies y entrenamiento sensorial en la Escuela de Catadores de Madrid. Actualmente, redactora en Sommelier y columnista del diario Correo de Perú. Conductora de rutas gastronómicas y editora de guías. Experta catadora de chocolates.
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