Otro que se va. No se trata de un amigo o familiar que emigra del país, listado que crece cada día y se hace notorio en reuniones, reencuentros e innumerables correos de ventas de garaje.
Ahora le toca el turno al Mazeite, único aceite de maíz sobreviviente al desastre económico revolucionario, que venía dando muestras inequívocas de escasez, hasta que Empresas Polar tiró la toalla, echó tierrita, pero no está claro si no juega más.
Un comunicado de Empresas Polar, que parece más un epitafio expresa textualmente:
«Lamentablemente, desde finales del año 2010, no hemos podido importar aceite crudo de maíz, por el gran desequilibrio que existe entre el precio internacional de la materia prima (aceite crudo de maíz) y el precio regulado del producto final en Venezuela, lo que hace imposible la adquisición de la materia prima importada para la producción de aceite puro de maíz.
El precio del aceite crudo importado que se requiere para producir un litro de aceite de maíz equivale a: Bs.F. 8,04
(…)
Lo que significa que solo el valor de la materia prima supera el precio de venta al público autorizado en Venezuela, ya que ese mismo litro de aceite de maíz debe ofrecerse en el mercado al precio regulado establecido en Gaceta Oficial de: Bs.F. 7,80.
Desde finales del año pasado hemos mantenido informadas a las autoridades competentes acerca de la imposibilidad de seguir importando aceite crudo de maíz, debido al alza en los precios internacionales de esa materia prima, así como las posibles consecuencias en la oferta de Mazeite.
De igual forma, hemos presentado al Ejecutivo Nacional propuestas de ajuste en el precio de venta al público para corregir el desequilibrio en la estructura de costos y hacer sostenible la producción de Mazeite, en cantidades suficientes para atender a todos nuestros consumidores».
http://www.empresas-polar.com
Expone claramente la situación, alertando las dificultades de su producción y dejando bien sentado que el Ejecutivo está al tanto. La consecuencia de la ausencia de un ajuste de precios, es su desaparación. Desespero del productor y demagogia del gobierno, porque estoy cansada de ver cómo los buhoneros venden al precio que les da la gana productos regulados y lo peor … la gente los compra sin chistar y hasta con alegría o alivio.
Ahora me pregunto, ¿a quién perjudica esta medida? ¿quién gana con esto, más allá de la infinita capacidad de quienes nos gobiernan de hacer dinero trayendo alimentos de fuera en detrimento del productor nacional? YO tengo la primera respuesta: a los consumidores, a mí, a usted, a usted y usted. A TODOS. Porque la presencia de aceite de maíz de calidad en el mercado es casi nula y la otra opción que es Vatel, tiene grandes limitaciones y entra en la categoría de los menos malos.
Alimentariamente hablando, parte de nuestra gran tragedia, es que quienes nos gobiernan creen que alimentarse es un acto meramente físico, que se resuelve con cualquier cosa, donde la palabra calidad es un lujo y no una condición indispensable. Les aseguro que ni a los animales se les alimenta con ese criterio.
Acaso alguien se ha tomado el trabajo de ir a Mercal y comprar algunos de sus productos. Y digo con toda responsabilidad, que salvo contadísimas excepciones son un horror, dejando de lado, las deficientes condiciones de almacenamiento, refrigeración y salubridad, como el hecho que la exponen al sol durante horas. Por ejemplo, basta darse una vuelta por la Plaza Los Símbolos cuando ponen su mercadito y el pescado y la carne están todo el día al aire libre y al final de la tarde el olor da pistas claras de descomposición. Ahí están los pollos, los venden congelados como piedras como señal de garantía, tal como me dijo una vecina «fíjate vienen congelados, eso es bueno».
Pero a nuestros gobernantes no les importa ni calidad de lo que comemos, ni la escasez, ni cómo se ha ido borrando nuestro acervo culinario. El objetivo es destruir la patria, hasta borrar para siempre los recuerdos de sensaciones y sabores, que también nos conforman como nación, que nos identifican como país.
Excepto, claro está, los rojitos que pueden atiborrarse en restaurantes caros, comida que armonizan con groseras cantidad de whiskey mayor de edad y vinos cuyo costo por botella supera con creces el cupo de viajero de un año en CADIVI, con la falsa sensación que lo que sucede en los anaqueles no los afecta a ellos, o con qué creen que frien la yuquita de la parrilla o los tequeños de sus fiestas. Entonces, qué importa si no hay Mazeite en el mercado, al igual que muchos productos que han ido desapareciendo.
Este horror ha acabado con el café, el cacao, el maíz, la leche, la caña de azúcar, la carne, el azúcar … damos pena. Ahora supongo que tocará revisar la páginas de subastas en línea y como toda una rareza se encontrarán algunos productos. Mientras tanto como dijo aquel general que no tenía quien le escribiera … comeremos mierda!