Al ritmo de San Juan Bautista

Cada 24 de junio, el pueblo de Curiepe en el estado Miranda, se viste de rojo, baila al ritmo del tambor y saca a pasear al niño San Juan. Tres elementos que forman una de las fiestas más populares en Venezuela.
El niño San Juan Bautista no vive en la iglesia, sino en su casa, donde tiene su ropa, sus juguetes, sus flores y su comida. Pero un día al año los llevan a la iglesia a rezar y luego a bailar junto a sus miles de amigos que celebran su salida como debe ser.
Se trata de una fiesta profundamente pagana, divertida y contagiosa. El sonido de los tambores hacen imposible detener los movimientos del cuerpo, los niños vestidos con hermosos trajes enternecen hasta los tuétanos, las mujeres con amplias faldas y flores en su cabeza cautivan.
Hay tanta alegría y emoción cuando san Juan sale de la iglesia, que le lanzan arroz, caramelos y monedas de chocolate. La gente salta y grita como si se tratara del cantante adolescente de moda. Le cantan, lo corean, lo bailan, lo pasean, la salida anual del niño San Juan no tiene desperdicio.
Durante 24 horas la música no parará un solo segundo, los tamborileros se suceden unos a otros, se hidratan con ron seco y caratos, mientras tanto al niño le llevan pan, dulces, carros de bomberos, pelotas, frutas y le muestran a los amiguitos que ayudó a salvar y sus padres cumpliendo su promesa los llevaron a jugar con él.
Al niño San Juan le gusta el rojo, todos lo visten, se agitan cientos de trapos al son de su tambor, tanto le gusta que en el momento que vio la luz del sol, mi pañoleta negra cayó al piso y al ponerme la roja, no pasó a pesar que bailé, salté y grité.
Dicen cuando San Juan sale viene la lluvia y eso es señal de buena cosecha. Hoy en Curiepe no llovió, pero sí en Caracas, quien sabe el significado de ese hecho en un país donde los mágico e ilógico sucede varias veces todos los días antes del mediodía.
Al día siguiente, San Juan volverá a su casa. Regresará con el mismo ánimo y alegría con el que salió y a Curiepe habrá que hacerle un cariñito, porque con tantos visitantes es imposible que todo quede como estaba antes.

Malembe, Malembe
Malembe no má
el año que viene
San Juan volverá
Malembe, Malembe
Malembe no má


Elsa en el museo de la fiesta de San Juan


La iglesia adentro estaba a reventar


Los tambores empiezan a sonar porque San Juan acaba de salir de la iglesia


A San Juan lo adornan con flores y frutas y lo pasean por todos lados


Doris, mi persona, Jimena y Elsa en plena celebración


San Juan de cerquita


Provocaba bañarse en el río con el calor que hacía


Agarrando un «fresquito» frente al rio

Vanessa Rolfini Arteaga
Vanessa Rolfini Arteaga
Comunicadora social y cocinera venezolana dedicada al periodismo gastronómico. Egresada de la UCAB con estudios de especialización en la Universidad Complutense, de crítica gastronómica en The Foodie Studies y entrenamiento sensorial en la Escuela de Catadores de Madrid. Actualmente, redactora en Sommelier y columnista del diario Correo de Perú. Conductora de rutas gastronómicas y editora de guías. Experta catadora de chocolates.
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2 COMENTARIOS

  1. ¡Excelente crónica! Para el próximo año agarraré mis maletas y me iré con mis muchachos para allá. Qué linda historia y qué bueno verlas tan felices en ese paseo, la verdad, extraño esos encuentros divinos. Un abrazote

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