¿Armonías atrevidas o ampliando posibilidades?

Que el vino da para todo es una afirmación trillada, pero sucede como cuando decimos tanto una palabra que llega un momento que carece de sentido y suena extraña hasta para nosotros mismos. Así pasa con esa afirmación, sin embargo cada día adquiere más fuerza y vigencia. Las armonías entre la comida y la bebida tienen su lógica, ameritan cierta intuición, conocimiento y hasta carácter. Aquello de blanco con blanco y rojo con rojo, ha evolucionado y las mismas palabras han adquirido nuevos significados. En algunos casos, es cuestión de retomar combinaciones, como por ejemplo la comida árabe con el vino y replantearse la comida asiática (china, japonesa, vietnamita, tailandesa, camboyana) a través del complejo e ilimitado mundo del vino.

Recientemente, la gente de Tamayo & Co. invitó a varios grupos de periodistas a acompañarlos en los que Marcela Silva denominó «un experimento», es decir, salir del circuito de armonías seguras y tradicionales y atrevenos a maridar el vino con otros sabores. En mi caso solo me correspondía asistir al restaurant El Palmar, ese emblemático lugar que lleva más medio siglo ofreciendo comida china de calidad, pero por cosas de la vida, terminé cenando en Tarabish, comida libanesa con un grupo que no me correspondía, pero ahí aplica aquella que hay que estar en el lugar indicado a la hora precisa.

Dos experiencias muy distintas, los mismos vinos, exactamente las mismas etiquetas, pero con resultados sorprendentemente distintos. Vale la pena que la próxima vez que se acerquen al restaurant chino o árabe más cercano a su casa, se animen a dejar los refrescos y el té instantáneo de lado y probar con un refrescante Sauvignon blanc, o un carmenere, esta última cepa muy versátil en estos casos. Creo que «el experimento» a Marcela le salió magníficamente, y es cuestión de seguir incursionando nuevas armonías con cocina colombiana, tailandesa, ecuatoriana, venezolana …. quien quita y hasta una «bala fría» sale airosa de todo esto.

Los vinos servidos fueron los de Viña San Pedro Tarapacá, toda la línea de la bodega involucrada en este «experimento», desde 35 Sur Reserva Sauvignon Blanc, pasando por Castillo de Molina en sus varietales Chardonnay, Carmenere y Shiraz, además del Cavernet Sauvignon 1865 y el magnífico y tope de línea, Cabo de Hornos. Y para agregarle más sabor al convite, nos acompañó Pablo Acevedo, export manager de la bodega quien nos contó al detalle la situación de Chile post terremoto. Por cierto, de admirar cómo ya mucha gente con la ayuda de la empresa ha logrado reconstruir sus viviendas, con un bache aquí y otro allá siguen exportando y trabajando. Aunque me parece una contradicción la frase «envidia de la sana», eso sentí además de una inmensa alegría.

Vanessa Rolfini Arteaga
Vanessa Rolfini Arteaga
Comunicadora social y cocinera venezolana dedicada al periodismo gastronómico. Egresada de la UCAB con estudios de especialización en la Universidad Complutense, de crítica gastronómica en The Foodie Studies y entrenamiento sensorial en la Escuela de Catadores de Madrid. Actualmente, redactora en Sommelier y columnista del diario Correo de Perú. Conductora de rutas gastronómicas y editora de guías. Experta catadora de chocolates.

1 COMENTARIO

  1. Tocayita insolito!…acabamos de publicar nuestros post al mismo tiempo y con temas en comun!!…no seremos hermanas..!?..jajajajajajajaja…por lo menos estamos conectadas!

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