La escasez y sus prácticas crecen y evolucionan a una velocidad difícil de seguir. Ahora, la nueva modalidad es el «camuflaje», que consiste en esconder un producto de venta limitada, para poder adquirirlo en la segunda ronda.
Ejemplifico el camuflaje. Digamos que llegó el aceite al supermercado, pero solo permiten tres litros por persona, pero el comprador está solo o desea más unidades por los motivos que sean. Entonces, agarra seis unidades pero esconde tres destrás de un producto que no llame la atención. Pasa por la caja, paga la primera tanda y regresa para adquirir el resto en una segunda vuelta.
Por lo general, el pasillero (nuevo mejor amigo) está al tanto de esta práctica, pero si uno descubre los productos camuflajeados no puede hacer nada, porque técnicamente están a la venta. Así que mi consejo es revisar la parte posterior de los anaqueles llenos, en especial si hay una cola de gente pagando un producto en escasez, que por cierto la lista crece día a día. Es posible que se tope con varias sorpresas.
No sienta remordimiento, porque se supone que quien esconde productos ya compró su cuota correspondiente y visto a través del prisma de la «justicia social», se trataría de una distribución equitativa de los alimentos.
A estas alturas, ya pocas cosas dejan de sorprender y cuando de sobrevivir se trata, da la terrible impresión que todo vale. Ni modo.
Esta bueno esto…