Champagne elixir de arrolladora efervescencia

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“He amado al champagne como a ninguna mujer. Su rumorosa y perfecta simetría ha sido mi mayor y más duradera pasión. Desde el flechazo de nuestro primer encuentro, hasta el día de hoy, nuestra íntima relación no ha dejado de intensificarse”, de esta manera describe el gastrónomo Ben Amí Fihman su relación con esta bebida, asociada a la celebración, la alegría, el glamour y el placer.

La fascinación producida por el champagne comenzó cuando Duque de Orleans la puso de moda en la corte francesa en 1712. Desde entonces, monarcas, magnates, estrellas de cine, intelectuales, escritores, gastrónomos, han sucumbido a su frescor y magnetismo.

Los venezolanos siempre hemos sentido debilidad por sus burbujas. Por ejemplo, registros confirman que Simón Bolívar, le envió 20 cajas al Mariscal Sucre en 1825, para celebrar la victoria de Ayacucho. Además de su presencia en los menús más refinados desde la época de la independencia, pasando por los inicios del siglo XX, dictaduras, revueltas políticas, la Venezuela “saudí”, incluso en tiempos actuales. Con mayor o menor amplitud en la oferta, en nuestro país desde hace mucho se descorchan botellas memorables.

“Cuando, a comienzos de los 70, probé por primera vez el champagne Laurent-Perrier Rosé hubo amor a primera vista. La elegancia de su botella, la seducción de su color, los acentos de frutos rojos de su sabor, me cautivaron y me continúan cautivando” afirma Ivanova Decán Gambús, gerente cultural y directivo de la Academia Venezolana de Gastronomía.

Al respecto, el especialista en vinos Vladimir Viloria expresa “La belleza, complejidad de un champagne bien hecho, no lo igualan otros espumosos. Su franqueza, ligereza y frescor, te invita a beber sin pensar, es sabroso y fácil, nada complicado. Las pocas veces que he sentado la felicidad en mis rodillas – como diría Rimbaud sobre la belleza – hubo frascos de champagne en cantidades importantes, ejércitos de botellas heladas y bien dispuestas. Despierta la inteligencia y la seducción”.

El champagne es de Champagne
Aunque se le atribuye su invención a Pierre Pérignon, un monje benedictino de la abadía de Hautvillers, a finales del siglo XVII, la mayoría de los estudiosos coinciden que es poco probable que haya sido su único artífice. Pero no hay que desmerecer los hallazgos de Don Pérignon, quien sí se ocupo de sistematizar el proceso.

El champagne es un vino espumoso elaborado en la región que le da su nombre, en Francia. Las burbujas que tantas pasiones desatan son producto de un proceso de segunda fermentación conocido como método champegnoise o tradicional.

La denominación champagne solo la ostentan etiquetas elaboradas con las uvas chardonnay (blanca) pinot noir, y/o pinot menunier (ambas tintas), producidas en la región de Champagne, que a su vez está conformada por nueve zonas vitivinícolas: Vallée de la Vesle, Vallée  de l´Ardre, Montagne de Reims, Vallés de la Mame, Côte des Blancs, Côte de Sézanne, Troyes, Côte de l´Aube y AOC Rosé des Riceys.

Esta región cuenta con un clima frío y difícil, productora de vinos jóvenes  con tendencia a volver a fermentar en primavera, por la subida de la temperatura. La fermentación provoca gas carbónico, responsable de las tan atractivas burbujas, que los franceses astutamente aprisionaron en botellas gruesas, con tapones sólidamente fijados, convirtiendo un vino sin mayores pretensiones, en un producto extraordinario.

Otros vinos espumosos producidos en diversas partes del mundo, llevan su denominación propia como los casos del Cava, el Prosecco y el Francia Corta, pero todos caben bajo la categoría de “espumosos”, pero no son champagne.

Por lo general, las uvas de una etiqueta proceden de un solo viñedo, ni siquiera pertenecen al mismo año. Esto explica por qué las botellas no indican su añada. Salvo años con condiciones extraordinarias de clima y producción, se hacen con vides de la misma vendimia, entonces la etiqueta exhibe la palabra “Millesimé”, lo cual, también tiene su efecto en el coste final.

“Las uvas producidas en esta región no maduran los suficiente. La acidez se sale de las gráficas (…) La habilidad final de mezclador de cada casa para conseguir una mezcla adecuada, bien afinada, se convierte en una fuente de orgullo regional. Así que la mezcla no sólo es la norma, sino la tradición. Y la tradición en Francia es Dios”, expresa la periodista norteamericana Alice Feiring.

Lujo y extravagancia
Los franceses se han ocupado de convertirlo en una bebida asociada al lujo y a la extravagancia. Saben vender el lujo, lo trabaja el mercadeo de las grandes marcas. En Francia es cotidiano,  asequible, incluso barato. Se asocia más a la fiesta y el derrape”, afirma Vladimir Viloria.

En su categoría, definitivamente es el mejor. ¿Sobrevaluado? En muchos casos es posible, las grandes marcas se han ocupado de eso, convertirlo en un objeto de deseo aspiracional”, expresa Viloria.

Al respecto, Ivanova Decán afirma, “es mi vino favorito y siempre será mi primera opción. Me gusta porque como decía Chanel, refiriéndose al lujo, “es una necesidad que empieza cuando acaba la necesidad”.

Etiquetas inolvidables
Cuando se les pregunta a los expertos sus etiquetas de su predilección, coinciden en que no se trata de una elección fácil. Sin embargo, las asocian a momentos y sensaciones específicas. Además, afirman que lamentablemente a Venezuela solo llegan las marcas más comerciales, que son muy buenas, pero no dejan de convertir en limitada la oferta local.

“Me encanta Laurent-Perrier Brut  por su frescor cítrico y  por la delicada fruta de su Rosé -ambas presentes en Venezuela-; Delamotte, por su juventud indomable; Pol Roger, por su seriedad divertida, Belle Epoque, por su delicadeza y fuerza. Otras marcas: Cristal de Roederer, Grand Dame Rosé, Pommery,  Salon, Heidsiek, Didier Doué, Drappier, Mandois o Mailly”, expresa con pasión Viloria.

Sobre sus preferencias, Decán expresa “Perrier-Jouët Belle Époque es para mí un champagne de culto. Fino y complejo en boca, el solo placer de descorchar su hermosa botella pintada a mano me produce alegría y me llena de expectación. Gosset;  Laurent-Perrier «Grand Siècle«  y Taittinger Comtes de Champagne Blanc de Blancs ».

Texto publicado en la revista del Club Camurí Grande.  Edición 04 / Octubre-Diciembre 2012

Vanessa Rolfini Arteaga
Vanessa Rolfini Arteaga
Comunicadora social y cocinera venezolana dedicada al periodismo gastronómico. Egresada de la UCAB con estudios de especialización en la Universidad Complutense, de crítica gastronómica en The Foodie Studies y entrenamiento sensorial en la Escuela de Catadores de Madrid. Actualmente, redactora en Sommelier y columnista del diario Correo de Perú. Conductora de rutas gastronómicas y editora de guías. Experta catadora de chocolates.
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