Aromas, colores y sabores provenientes de Marruecos, Senegal, Burkina Faso y Venezuela estuvieron presentes en la cena étnica pro recaudación de fondos promovida por la Asociación Bondeko; organización sin fines de lucro de la Provincia de Lecco, en Lombardía, Italia, que desarrolla proyectos en favor de las mujeres extranjeras y sus hijos, entre los que vale destacar el curso de italiano y las tareas dirigidas «dopo scuola» para niños de la escuela primaria.
Las responsables de la elaboración del menú fuimos un grupo de mujeres voluntarias, entre las cuales me cuento, alumnas del curso de italiano que lleva adelante el Comune de Valmadrera, de la mano de nuestra profesora, María Rigamonti, motor principal en la organización de esta cena étnica.
A quienes nos gusta cocinar, empíricos o profesionales de los fogones, es un placer hacerlo; incluye un ritual maravilloso que comienza pensar el menú que se va a realizar, comprar los ingredientes, disfrutar el proceso de preparación y deleitar el paladar de los comensales para quienes se cocina. Cuando a esto se agrega cocinar por una causa, un propósito, es doblemente placentero.
Así fue en esta oportunidad, trabajamos voluntariamente en la elaboración de un menú para cincuenta personas con el fin de recaudar fondos en favor de programas de apoyo para los inmigrantes y sus hijos. Todas las involucradas en la cocina somos precisamente inmigrantes que en el pasado o en la actualidad nos hemos beneficiado de estos programas; en mi caso particular, el curso de italiano. Es una bonita forma de ayudar y agradecer, al mismo tiempo, el apoyo recibido en este camino de insertarse e integrarse en otro país, con una lengua distinta.
Previo al evento, la representante de cada país propuso el plato a realizar, nos reunimos dos días antes de la actividad para realizar las compras respectivas y desde tempranas horas nos dimos cita en la cocina del Instituto Técnico Profesional Aldo Moro, en Valmadrera. Para la mayoría significó nuestra primera experiencia en las instalaciones de una cocina profesional y cocinar para un grupo considerable de comensales; una oportunidad interesante y valiosa para quienes nos gusta la cocina, y no habíamos tenido esta ocasión.
Disfrutamos las instalaciones, los recursos y las posibilidades de cocinar en sus espacios. Desde tempranas horas una sinfonia de aromas a especias reinaba en la cocina del Aldo Moro: curry, canela, cúrcuma, jengibre, pimienta, comino, principalmente, y también el espíritu de colaboración entre quienes cocinamos; mientras cada una elaboraba su plato explicaba su receta al resto en el italiano que hemos aprendido, intercambiamos recetas, nos ayudamos mutuamente en la preparación y presentación final de cada plato.
Cincuenta comensales se dieron cita para degustar una cena que incluyó como entradas: crema de garbanzos, crema de berenjenas, Msemmen (piadina o fajita marroquí), pan artesanal, antipasto de atún y arepas rellenas con ricotta de oveja rallada.
Los platos principales fueron: Harira, sopa marroqui elaborada a base de garbanzos y lentejas; Gombo (verdura originaria del Africa, también se utiliza en América, conocida como Quimbombò) servida con carne y polenta, Cous-Cous con carne y verduras y como postre la combinación de Bastela, un pastel agridulce marroquí a base de pollo, almendras fritas trituradas, huevo, perejil y helado a base de Yogurt y cous-cous.
Senegal aportó las bebidas servidas para la ocasión: Bissap, bebida típica del país y también muy utilizada en otros países del Africa Occidental; es la flor del Hibisco Rojo, ampliamente conocida por sus propiedades curativas, se le conoce como «la bebida que cura todos los males», puede servirse fría o caliente, en este caso se sirvió fría, y también un Ginger casero a base de jengibre, jugo de pina, limón y vainilla, ambos muy refrescantes.
Algunos de los asistentes se acercaron a la cocina para felicitarnos, y darnos sus impresiones sobre cada plato, un noble gesto, que nos llenó de satisfacción, pues complacer y deleitar el paladar de otros es siempre gratificante, y un periódico local publicó una nota sobre la actividad.
Realmente disfrutamos cocinar, compartir, aprender y ayudar. En lo personal, en este camino de integración en Italia en el tiempo que tengo como inmigrante he encontrado en el voluntariado una oportunidad maravillosa de dar y recibir, de aprender, relacionarme, aportar, agradecer e insertarme. Fue un regalo a mi espíritu poder cocinar por primera vez para 50 personas, disfruté poder hacerlo como voluntaria en una cocina profesional y aportar mi granito de arena elaborando un antipasto de atún y uno de nuestros alimentos insignes como venezolanos: la arepa. Nunca había hecho tantas arepas, un total de sesenta. La sonrisa de satisfacción de quienes se acercaron a la cocina para decirme que les había gustado mucho y pidieron repetir fue una de mis grandes recompensas personales esa noche.