¿Por qué criticar es tan popular? En la redes sociales una nueva jerga llamada «haters», que viene viene a ser como «odiadores», se dedican a refutar por encima de todas las cosas. Parece que para este tipo de internauta nada está bien, ni es suficientemente bueno, ni agradable, conformando una eterna estampa de la inconformidad. ¿Rebeldes sin causa?, ¿Espíritu de la contradicción?, ¿Sentido de superioridad? Lo cierto es que parece que no hay área o sector en las redes que salven de ellos. Y en gastronomía, ¿existen los haters?, ¿cómo identificarlos?, ¿son conocedores y dignos de credibilidad?
Le hice estas preguntas a Ligia Velásquez directora de la Revista Bienmesabe, Guillermo Amador de Caracas Café conocido como @modulor quien vive actualmente en Estados Unidos, a Zinnia Martínez @lacomensal, a Gilberto Pagua editor venezolano de La Casa de Antociano radicado en Guatemala, al periodista español Curro Lucas y a Mary Sáenz del portal peruano La Yema del Gusto.
¿Crees que existen los haters en gastronomía?, ¿Cómo identificarlos?
«Haters existen en todos lados, aparentemente es más sencillo destruir lo que alguien hace, que construir tu mismo. Ahora, no es lo mismo ser un crítico y hacer crítica, a ser hater. Por muy dura que sea la crítica, criticar no es ser hater, porque éste se que se queja de todo y de todos, solo para llamar la atención, para llevar la contraria, para sentirse o parecer «contestatario», expresa Guillemo Amador.
«La palabra que mejor asocio con ellos es «exacerbado», sus opiniones carecen de balance, mesura y, en consecuencia, de objetividad», sentencia Gilberto Pagua.
«La condición de hater los hace sentir diferente y superior. Y bueno, normalmente critican todo lo que prueban, escuchan, leen, etc. Pero haters -haters yo diría que son esos que – abundan actualmente en Venezuela- sienten placer al comentar en las publicaciones sobre cualquier restaurante, nuevo producto o receta lo difícil que es conseguirlo, comerlo, comprarlo o encontrarlo», asegura Zinnia Martínez.
«En principio no creo que haya haters gastronómicos. Sí creo que hay personas que no le dan importancia a la gastronomía y al comer bien y como alguien alguna vez me dijo «para mi comer es como una transacción». Creo que puede haber gente que odia a quienes nos dedicamos a tomar fotos de los platos… porque no nos entienden, incluso sí hay gente que odia a quienes escriben sobre el tema pero que no han demostrado saber sobre la fuente y hablan con irresponsabilidad», comenta Ligia Velásquez.
«Se identifican porque, generalmente, opinan desde el anonimato y el desconocimiento, pero sobre todo desde el odio. Arremeten contra todo: la alta cocina, los cocineros rockstar, los food trucks, las cervezas artesanales, las fotos de comida y todo lo que se ponga en la diana. Parecen especialmente incisivos con los periodistas y bloguers gastronómicos», afirma Curro Lucas.
¿Para ser hater en gastronomía hay que ser conocedor?
«El hater se define por la crítica destructiva y por el rechazo sistemático sin argumentos sólidos. En este sentido, no creo que haya que ser conocedor de nada para ser hater. Es suficiente con vomitar odio», sentencia Curro Lucas.
«No, para nada. La conciencia de comunidad global y el internet ha facilitado que cualquiera pueda escribir sobre gastronomía, sea que conozcan o no, y autoproclamarse conocedores o críticos. Por ejemplo, hace unos días, en un gracioso posteo por las Fiestas Patrias peruanas devino en un acalorado debate entre un bloguero y un bartender porque el segundo brindó con una conocida marca de cerveza industrial, mientras que el primero prefiere las artesanales. Un verdadero «conocedor» sabe en cuales son los espacios más adecuados y cómo y a quién dirigir una crítica o aporte. Cruzar esa línea, en la que no disfrutas y no permites disfrutar a los demás así te tomes agua de culebra te convierte en un hater«, explica Mary Sáenz.
«Internet se ha encargado de hacer que todo el mundo sea experto en cualquier tema. Así que para ser un hater solo se necesita la intención de serlo, consiente o inconsciente», señala Pagua.
¿Creerías en la palabra de un hater gastronómico?
«Por desgracia la democratización de la opinión que llegó con las redes sociales también ha traído el triunfo de la mediocridad. Ojalá hubiera más haters gastronómicos divertidos, elegantes, con mordacidad e inteligencia. El circo gastronómico está lleno de material tentador al que se le podría sacar punta. Necesitamos haters profesionales en la gastronomía», aclara Lucas.
«Hay que tener en cuenta que la crítica per se es un género periodístico, bien utilizada puede ser un poderoso instrumento para la toma de decisiones. Pese a que aún en el Perú hay poca cultura gastronómica y más bien se coma por el simple hecho de ser algo tradicional, porque eso se come en determinada fecha, hay también quienes se animan a probar ciertas propuestas debido a lo que leyó en algún sitio o porque alguien se lo recomendó, así sea feo. La gente va y come, punto. Si creería en las palabras de un hater gastronómico, la verdad no, o en el peor de los casos le daría el beneficio de la duda«, dice Mary Sáenz.
«No, porque por el solo hecho de ser hater pierde, para mi, la credibilidad. No sabemos si se está quejando para hacer ruido y llamar la atención, o si nos está dando su opinión sincera», sentencia Amador.
¿Recomienda o nombra a personas o cuentas de redes sociales que sean haters gastronómicos?
«De momento no he encontrado ninguno que merezca una atención especial», expresa Lucas.
«Con el respeto que se merece creo que ahí califica Ignacio Medina, no sé que tiene con la comida peruana pero de cada 10, 0.01 es algo medio bueno», afirma Saenz.
«No, porque no puedo con los haters, no los aguanto. Soy hater de los haters«, aclara Martínez.
«No me gusta hacerle publicidad a lo negativo, me gusta promocionar a la gente que construye, más bien recomiendo seguir a Zinnia Martínez (@lacomensal), Rubén Darío Rojas, Alberto Veloz, Nidal Barake, que siempre muestran lo interesante del mundo gastronómico», declara Guillermo Amador.
Personalmente, no soy fan de los haters, es muy difícil criticar en gastronomía porque es una disciplina que requiere mucho entrenamiento, estudio, sentido común, reflexión y buena pluma. Por eso los críticos son pocos, lo demás es por una parte, profesionales que con formación y criterios sólidos orientan a sus lectores o espectadores; y por otra un mundo donde todos tenemos derecho a opinar sobre lo que comemos, lo que nos gusta y que no, pero con respeto.
Como bien dice Gilberto Pagua, «ser un comelón profesional no me da el derecho de destrozar un platillo, un chef o un restaurante».
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