El Mercado Libre de Puerto Ayacucho


Venden casabe de todos los tipos y colores, en este caso es el tipo galleta. Esta muchacha era la única que lo vendía, realmente una delicia, crujiente, suave y ligeramente dulzón, ya que lo hacen con yuca amarilla. De los mejores que me he comido en mi vida.


El chef Nelson Méndez negociando unos Tamarí (insectos) ante la mirada atenta de Inés Peña, quien no pensó dos veces en meterse uno en la boca pero necesitó la ayuda de Nelson para comprarlos porque la señora se negó rotundamente a vendérselos , por qué razón ???? aún no se sabe. Nelson le explicaba que había que quitarles la cabeza para comérselos, pero en ese momento el Tamarí que luchó por su vida hasta el final le dió un picotazo en el dedo. En la otra foto, piñas del Amazonas, son tan dulces que parecen que se cocinaron el almíbar, yo me traje una hasta Caracas y no me arrepiento.


De cerquita los Tamarís de la negociación.


En esos empaques de hojas verdes transportan el casabe.
En la otra gráfica, taparitas de todas la formas posibles.


Este fruto se llama Túpiro, perfecto para jugos, jaleas y siropes.


Casabe tipo pajoso, es grueso, húmedo y lo utilizan para echárselo a las sopas. En este caso, el chef Chuchó Rojas los tostó con aceite de oliva y acompañó las mollejas de pato que preparó en su demostración.


La dieta de la gente de Puerto Ayacucho es rica en pescados de ríos, porque cuentan con una variedad increíble: Bocachicos, Pavones, Curvinas de rio, Morocottos, Puritos, Sardinetas, Caribes, Palometas, Payaras. Si uno lo desea los venden con rallitas cortadas a los lados, lo que ellos llaman relajalos o arrollados, por eso cuando uno come pescado que casi siempre es frito, viene con unas rallitas que más que decorativas contribuyen a la suavidad de la carne y a no sentir tanto las espinas, porque los peces de rio suelen ser ricos en espinas.


Los pescados con naranja con Caribes y los otros se llaman Puritos

Todos los sábados a la salida del sol funciona el mercado libre de Puerto Ayacucho, ubicado a plena callen entre el cruce de dos avenidas. Está lleno de puestos donde se puede encontrar varios tipos de casabe, tubérculos, pescados de rio, aves, insectos y frutos propios del Amazonas.

Me sentí como si formara parte de un cuento de García Marquez o de Vargas Llosa, en un ambiente mágico, en una ciudad de frontera ubicada sobre la rivera del Orinoco en plena Amazonas, con personajes tan diversos y facinantes que mi imaginación volaba en historias y recuerdos de cuentos y libros.

Venden frutos y peces que no tenía ni idea de su existencia, con nombres hermosos pero nuevos para mi vocabulario. La mayoría de los puestosson atendidos por indígenas de diferentes etnias, con sus rasgos tan característicos y su mirada difícil de descifrar. Como en todos los mercados libres, no se hace fácil caminar, entre la mercancía acomodada en el suelo, los transeúntes y los carros. Además de la música, puestos de comida, en especial arepas y empanadas, vendedores de helados, jugos y bolsas.

Tuve la suerte de ir acompañada del Chef Nelson Méndez, quien como buen lugareño, estaba en su hábitat y conoce todos los nombres de cuanto pez y fruto se nos cruzaba en el camino. No quería perderme nada, así que como si fuera una garrapata no me despegué de él con una libreta en una mano y la cámara en la otra.

A cada rato me decía, «prueba esto, es tal cosa y se usa para tal otra». También nos acompañaban Federico Tischler, Chuchó Rojas, Reison Frioni, Inés Peña y el fotógrafo Eduardo Arévalo quienes ese día hicieron la compra para la presentación el festival gastronómico que se llevaría a cabo en la noche.

Se me encogió el corazón cuando un señor le dijo a Nelson en voz baja y en tono de complicidad, «pídame lo que necesite que yo se lo consigo», entonces pensé que así con clandestinidad y cierta impunidad se están agotando los recursos naturales del Amazonas, porque si bien Nelson le dijo que no estaba interesado, siempre habrá una persona que si lo esté, pero este cuento es el pan nuestro de cada día y lo he visto en muchas ciudades de Venezuela.

También me impresionaron los tamaños de algunos frutos como el caso de las auyamas y las hojas de culantro, donde supongo influye la alta pluviosidad del lugar, pero lo cierto es que cuando vi el culantro me soprendí que en ese lugar vendieran rúgula y cuando pregunté no pude ocultar mi asombro.

Aunque la visita fue corta me gustó lo que vi, sin olores desagradables y tal como comentó el chef Reison Frioni, cada cosa ocupa su lugar, es decir, donde venden pescado solo venden pescado, donde venden carne, solo carne y así sucesivamente. Pero no utilizan la misma tabla y cuchillo para cortar indistintamente cualquier tipo de carne, porque de esas malas prácticas vienen la contaminación entre los alimentos. Y el comentario se produjo como reflexión al mal habito que tienen algunos supermercados y restaurantes de usar las tablas para picar cualquier cosa, cuando ahora se cuentan con diversos colores para no confundirse.

Si visitan Puerto Ayacucho, no se pierdan esta oportunidad, es como entrar en la dimensión desconocida pero sin sorpresas desagradables, una vivencia que se quedó en memoria para siempre.


La yuca, al igual que otros tubérculos están presentes en todo el mercado, lo cual es un rasgo típico de las dietas indígenas.


Mapuey Morado.


Federico Tischler, Chuchó Rojas, Nelson Mendez y Reison Frioni …. cuatro chefs en plena faena de mercado, fue un gustazo acompañarlos.


La famosa Catara que la venden en todos lados, hecha a base de yare, bachaco culón y ajíes. Su presencia es muy importante en la dieta de la gente de Amazonas, toda una delicia.


Me llamó la atención la manera como este puesto presentaba los vegetales, todos mezclados: plátanos verdes, yuca, cebolla en rama, culantro, ajo porro, auyama, ocumo, mazorcas.


Estas bolas verdes las hacen de Carurú, tienen un sabor entre acelga y espinaca, las venden ya cocidas y «ovilladas».
En la otra foto, aunque parece rúgula, en realidad es culantro, que le da un sabor delicioso a las comidas.


Esta vaina muy larga se llama Guama, por dentro su carne muy parecida a la guanábana es blanca, suave, dulce y jugosa. Las semillas y la vaina luego se desechan.


Manaca en dos presentaciones. La Manaca es el fruto de una palma, son unas bolitas de color morado intenso, las cuales remojan o hierven para sacarles la piel y su interior es del mismo color, con eso hacen jugos y estractos que son fabulosos para cocinar. Un dato curioso, es que los lugareños advierten que no se debe mezclar este jugo con alcohol, ni siquiera bebiéndolos por separado porque se desencadena un proceso tóxico en el cuerpo.

Vanessa Rolfini Arteaga
Vanessa Rolfini Arteaga
Comunicadora social y cocinera venezolana dedicada al periodismo gastronómico. Egresada de la UCAB con estudios de especialización en la Universidad Complutense, de crítica gastronómica en The Foodie Studies y entrenamiento sensorial en la Escuela de Catadores de Madrid. Actualmente, redactora en Sommelier y columnista del diario Correo de Perú. Conductora de rutas gastronómicas y editora de guías. Experta catadora de chocolates.

2 COMENTARIOS

  1. Holaa por casualidad vi tu blog sobre ayacucho y me tome el agrado de comentar.. Amazonas es muy bello la verdad que si, te lo digo porque naci aya y vivi hasta los 16 años. Pero siempre voy en vacaciones y diciembre, no cambio mi estado! jeje Saludos, muy bonitas te quedaron las fotos =)

  2. Hola la verdad vi tu blog por casualidad y me parece muy interesante al resaltar toda mi cultura.. Que excelentes fotos.. Amazonas es muy bello te lo digo porq naci alli. Lo malo es que ahora solo voy en vacaciones y diciembre por los estudios, pero Gracias por tan lindos comentarios sobre mi pueblo =) Saludos.

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