Goya y sus arepitas dulces

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Carmen Gregoria Rivas, Goya (nombre de pila que la ha hecho famosa),  llegó al estadio Universitario en 1963. Desde entonces, no ha dejado de cocinar en un discreto lugar detrás de las gradas. Básicamente, la frecuentan personal administrativo, mantenimiento y seguridad del estadio y de los equipos, peloteros, algún periodista, además de los hinchas que ven el juego desde la galería.

Se trata del puesto de comida más viejo del complejo deportivo.  Secreto a voces entre asiduos, lejano y ajeno al bululú de la tribuna. Las estrellas de la casa son las arepitas dulces: de piel crujiente, masa muy suave, el toque exacto de azúcar y anís, rellenas de  queso rallado criollo que simplemente, las vuelven una experiencia intensa al paladar. Saben a casa, a calle, a merienda. Son perfectas.  Cada bocado termina en la ansias locas de seguir comiendo. Como si todo fuera poco, el costo de cada arepita es Bs.12.

Goya también es famosa por sus empanadas, papas rellenas de pollo y carne, tequeñones, bollos (de octubre a diciembre)  y uno que otro encargo como cochino frito y sus acompañantes. Cuentan que no hay como su cruzao (1), que por lo general prepara los domingos.

A finales de los años 50, la madre de Goya – quién a sus ochenta años aún cocina –  tenía un puesto de comida en el Universitario.  Entonces, se llevó a su hija de 15 años para que la ayudara. Al poco tiempo, Goya abrió su propio negocio.  Desde entonces, ha tenido como clientes a jugadores famosos como Baudilio Díaz (q.e.p.d.), Antonio Armas, pasando por  César Tovar, quien según la propia Goya se la pasaba ahí.

Actualmente, Ernesto Mejía de las Aguilas del Zulia no pierde el chance de visitarla.   Goya narra que que cuando juegan los Navegantes del Magallanes, hay que llegar temprano porque compran todas las arepas dulces del día. Lo que la hace muy feliz, porque es seguidora del equipo. Por su parte, los Tiburones de la Guaira hacen grandes pedidos de empanadas. De cazón … supongo.

Goya y sus esposo levantaron a sus 10 hijos cocinando. Ahora la ayuda su nieta Jeniffer, quien asegura ser la portadora del secreto de las arepitas dulces. Su esposo tiene un puesto de parrilla y una de sus hijas, uno de arepas del otro lado del estadio.

Cómo llegar:  si está del lado de las tribunas tiene que dirigirse a gradas. Boleto en mano, pídale al guardia de seguridad que le deje pasar, alegue que solo desea comerse una arepita dulce. Con toda seguridad le entenderá.  Si accede por los lados de la primera base, pasará un tramo relativamente solitario, luego torres de gaveras de cerveza,  la pizarra electrónica -que por cierto se ve inmensa desde abajo -,  luego después de un Jabillo el primer puesto que se encontrará es el de Goya. El puesto dice su nombre en letras grandes junto a fotos de empanadas, papas y arepitas.  Si quiere conocerla pregunte por ella. Probablemente estará en la parte de atrás encargada de la producción. Todos son muy amables, y la excursión valdrá la pena. Una recomendación, si quiere arepitas dulces procure llegar temprano.

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Goya y Jennifer, su nieta

(1) Sopa que lleva varios tipos de carne, por lo general gallina, res y cerdo, además de tubérculos, vegetales y aliños propios del hervido o sancocho.

Vanessa Rolfini Arteaga
Vanessa Rolfini Arteaga
Comunicadora social y cocinera venezolana dedicada al periodismo gastronómico. Egresada de la UCAB con estudios de especialización en la Universidad Complutense, de crítica gastronómica en The Foodie Studies y entrenamiento sensorial en la Escuela de Catadores de Madrid. Actualmente, redactora en Sommelier y columnista del diario Correo de Perú. Conductora de rutas gastronómicas y editora de guías. Experta catadora de chocolates.

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