Finalmente, después de varios meses mi cuerpo, mi mente y mi alma se han unido en Madrid. No lo voy a negar, la ciudad de la que hace un poco más de un año partí mentando sapos y culebras, me recibe espléndida y yo me siento muy feliz de estar aquí. En primer lugar, encontrarme con mis amigos Soraly, Osvaldo y Mirka. Luego el reencuentro con mis amigas y compañeras de curso Tess, La Reina y Helena.
El motivo principal de este viaje, o por lo menos el punto de partida, fue el matrimonio de mi amigos María Gómez (@reinadelascatas) y Fran Cerezano. Creo que ha sido una de las decisiones más acertadas que he tomado en mucho tiempo, porque el reencuentro con los afectos ha sido perfecto. Fue una boda preciosa, muy sentida, llena de pequeños y grandes placeres, que se desbordó en alegría, que tuvo como escenario los jardines de El Pardo en una tarde de final del verano fabulosa.
Un aparte sobre la boda porque el menú merece especial mención: ensalada de bogavante y langostinos, sorbete de manzana verde, paletilla o pierna asada de cordero lechal y tiramisú con helado de nuez. Café colombiano, mignardises y pacharan, orujo y habanos Partagás. Un menú que contó con el gusto por la buena mesa de «la reina», quien astutamente se apoyó en los conocimientos de Helena Vaello (@insidecooking).
En el caso de los licores, había de todo. Incluso brillaban las botellas de Ron Cacique en el bar. La Reina hizo una escogencia rigurosa de los vinos y encontró en la Bodegas Pascual de Ribera del Duero dos etiquetas excelentes: un crianza 2009 llamado Buró y pero para mi gusto lo mejor fue el verdejo Heredad de Peñalosa, simplemente delicioso. De hecho, buscaré una botella, porque saltará el charco conmingo. Para el postre salió al ruedo cava Segura Viudas Aria Brut Nature. Qué les puedo que los lectores no sepan, sí lo confieso, estaba cómoda.
Primera vez que asisto a una boda en España, una experiencia muy distinta a las bodas venezolanas. Ni peor, ni mejor, pero sí muy distinta. Me gustó sentarme a comer y luego bailar, en un orden interesante. Luego, mi atención le dedicó mucho tiempo al tema de los tocados, que en la mayoría de los casos se veían lindos, pero como bien le dije a La Reina cuando me contó sobre el dress code «a las latinas no se nos da el tema de los tocados».
Luego de horas de abrazos, alegría de reencuentro, mucho licor, comida y música, con Tess y su novio Jesús Parra cerramos la noche dando una vuelta nocturna por La Gran Vía, que en la madrugada tenía tanta gente que parecían las 5 de la tarde. Luego de varias vueltas encontramos abierto un bar donde tomamos cañas y comimos tortilla, lo que terminó convirtiéndose en un «salón corto» para comentar la fiesta. Lo cierto, es que llegué a las 3 de la mañana exhausta, bien comida y bebida … simplemente feliz.
Que reseña mas bonita Vanessa! A seguir disfrutando! Mañana te mando unos dativos que encontré por allí! Besos!