Previo al 23 de enero, el periodista Elías Santana envió un mensaje a los contactos de Radio Comunidad, los invitaba a proponer temas para la fecha que celebra el inicio de la democracia en Venezuela. Lo cierto, es que después de mucho pensar, mi propuesta se centró en imaginar el país que soñamos y deseamos, el que se recupera de la desgracia y la adversidad, como lo han hecho muchos otros con éxito. Es decir, apalancarnos en la esperanza como punto de partida de la sanación.
La expresión “la esperanza es lo último que se pierde”, viene del mito griego de la caja de Pandora, quien era una mujer creada por el dios Hefeso por orden del dios Zeus, quien como suele pasar en la mitología tan dada a la tragedia y en un acto de venganza hacia Prometeo, quien había robado el fuego para los humanos, le dio a su hermano Epimeteo a esta mujer para que la hiciera su esposa. Pandora llevaba como parte de su dote una vasija o ánfora sellada con la instrucción de no abrirla, pero la curiosidad fue más fuerte e ignoró la advertencia.
La vasija, que siempre ha sido señalada como una caja, contenía todos los males del mundo que se desataron para crear caos y penurias. Cuando logró cerrarla, lo único que quedaba era Elpis o espíritu de la esperanza.
¿Por qué cuento todo esto? Parece que Pandora andaba por Venezuela y volvió a abrir la vasija, donde se han manifestado interminables males y desgracias. Cada día las malas noticias son peores que las del día anterior, incluso, cuando da la sensación que tocamos fondo, algo nos lanza más hacia abajo.
Por otra parte, me conmueve la cantidad de emprendimientos e historias de éxito y trabajo, personales y grupales que surgen en el ámbito gastronómico. Tal vez, más de un lector dirá, pero si la autora de estas líneas fue la primera que agarró sus corotos y emigró a otro país. Lo cual es cierto, pero eso no me desvincula.
En tiempos recientes, a la par del hambre y la escasez, proyectos como los de María Fernanda Di Giacobbe reciben apoyo y reconocimiento internacional, Margarita Gastronómica anuncia su plan de 2017, varias publicaciones venezolanas se alzan con premios como el Gourmand Awards, Ron Santa Teresa anunció su alianza con Bacardí, el chocolate y cacao siguen cosechando reconocimiento, además de pequeños y medianos proyectos que día a día, algún loco-soñador en algún punto de la geografía criolla decide asumir y materializar.
Ciertamente, las malas noticias superan por mucho las buenas, parece que la noche jamás había sido tan oscura, que todos los males de mundo se han instalado y además están cómodos, pero como bien ha demostrado la historia o la vida, esto también pasará y hay que estar preparados para los buenos tiempos, cuando con lo que quede, nos toque levantarnos, sacudirnos el polvo, asumir las cicatrices y hacer de eso algo bueno e inspirador.
Estoy segura que la gastronomía está llamada a ser un agente de cambio, protagonista de la recuperación del país que imperiosamente tenemos que empezar a diseñar, porque sí tendremos la oportunidad de reconstruir. Muchos volveremos y otros desde fuera participarán, no es casualidad que justamente una vasija protagonice la historia de la esperanza.