Los aguacates de mi ventana

Si hay un fruto en este mundo que podría comer todos los días sin cansarme es el aguacate. Su pulpa suave y ligeramente grasosa, es una delicia con un toquesito de sal y aceite de oliva. Muchas veces le digo a mi esposo que me conquistó regalándome aguacates, porque en la casa de su abuela había un árbol que en alguna época fue muy generoso. Daba aguacates de injerto, grandes, de piel delgada y de una pulpa gruesa, suave, sabrosa y firme, y aunque parezca extraño con una fragancia deliciosa, sin temor a equivocarme los más ricos que recuerdo haber comido. Pero parece que el árbol adivinó que se murió Wintila, porque después que ella se fue nunca más floreció.
Desde la ventana de mi apartamento, lo más lindo que se ve es un árbol muy frondoso, en las tardes siempre lo visitan por lo menos un par de Guacharacas, muy ruidosas pero hermosas. Otras veces hay loros y aunque en esta zona hay cientas, rara vez se paran ahí las Guacamayas. Lo cierto es que hace tres años noté que el árbol estaba lleno de flores, de un amarillo pálido muy delicadas, al poco tiempo noté que empezaban a surgir frutos, hasta que un día caí en cuenta que se trataba de aguacates.
Los ví crecer día a día, cómo tomaban forma y sin importar el viento y la lluvia permanecian allí, fijados a su tallo como si no importa lo que sucedía a su alrededor, lo importante era crecer y madurar. Cada vez que me asomaba pensaba, «qué podré hacer para agarrar alguno», pero aunque lo parezca no están tan al alcance de mi mano. Por mi cabeza pasaron desde una vara larga con una cesta, tocarle la puerta al vecino, hasta colocar una escalera en la noche detrás del muro y agarrarme unos cuantos, pero el árbol da al estacionamiento del edificio vecino y eso complica mucho las cosas.
Una vecina me comentó que aveces ella iba y le pedía permiso a los habitantes de la casa y agarraba unos pocos, porque pertenece a la UCV. De repente de un día para otro desaparecieron, supongo que en medio de la noche alguien tuvo más valor que yo.
La historia se repite año tras año. Este año hay más aguacates que nunca, he contado más de sesenta y con la boca hecha agua los veo crecer.
Si alguien tiene una idea de cómo llegar a ellos se lo agradezco un montón.

Nota al pie: Aguacate también conocido como avocado o palta.

Vanessa Rolfini Arteaga
Vanessa Rolfini Arteaga
Comunicadora social y cocinera venezolana dedicada al periodismo gastronómico. Egresada de la UCAB con estudios de especialización en la Universidad Complutense, de crítica gastronómica en The Foodie Studies y entrenamiento sensorial en la Escuela de Catadores de Madrid. Actualmente, redactora en Sommelier y columnista del diario Correo de Perú. Conductora de rutas gastronómicas y editora de guías. Experta catadora de chocolates.
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