En las entrañas del Casino de Madrid un pequeño salón de forma rectangular está en plena remodelación. Sus dimensiones no superan los cuarenta metros cuadrados, paredes altas con molduras de hojas y flores pertenecientes a la decoración original, amplios ventanales, una estructura en el techo sostiene tubos de varios los grosores y extensiones, de todos salen cables de momento desconectados, circulan obreros, junto a andamios, cubiertas de plástico, aserrín y salpicaduras de pintura blanca que será el color de rigor.
A la cabeza del proyecto está el chef madrileño PacoRoncero, quien desde 1991 se ha ocupado de la dirección de las cocinas de lugar y ha adquirido prestigio desde el restaurant La Terraza del Casino. Ahora, toca dar un paso más allá, brindarle otro escenario a la experimentación, bajo distintas premisas más flexibles y lúdicas, incorporando insospechados elementos a la culinaria.
“Se trata de un espacio para editar experiencias. Jugamos con la tecnología avanzada” de este modo define el chef al llamado Taller de Paco Roncero. Contará con cámaras de video y de fotografía, conexión a la red, sensores de temperatura, reproductores especiales de sonido, iluminación, sillas ergonómicas pensadas para largas sesiones y una mesa de características precisas llamada «Hisia», vocablo que se traduce como “sensorial” de la lengua africana Swahili. Nada es suficiente, más que un salón, parece una caja que contiene todas las ideas, sueños y delirios de una vida.
Roncero cocinará en vivo y estará presente toda la velada, con los ocho comensales que solo podrán asistir por estricta invitación, y participarán activamente en el proceso de plato, propuesta que lleva tiempo entre manteles, de la mano de la llamada cocina “tecnoemocional”.
Reacciones inesperadas
El proyecto ha tomado alrededor de un año,solo en su ejecución. Paco Roncero asegura que se trata de un trabajo de equipo, además del apoyo que ha recibido de sus tres patrocinantes: Repsol, HP y Range Rover.
Repetidamente, el chef afirma que no puede dar detalles, sin embargo traviesamente da picón sobre algunos detalles, como que la mesa será una pizarra con monitores de imagen, sensible a la temperatura.
El lugar está pensado para hacer un solo evento por mes, más enfocado en la experimentación, para medir reacciones y retroalimentar el trabajo de la cocina. Roncero asegura que esto obedece al esfuerzo y preparación que implica cada sesión, donde su presencia es indispensable.
“No sabemos cómo lo tomarán las personas”, afirma el cocinero, cuando da a entender que será un proyecto realmente novedoso, con muchos elementos desconocidos para el comensal. Una experiencia que comienza desde el acceso, concebida como una entrada clandestina, hasta el hecho de que estarán permanentemente monitoreados.
“Se servirán menús con escenas. Ofreceremos platos nuevos”, expresa un entusiasmado un Roncero que no consigue disimular el entusiasmo, con el brillo de un muchacho en los ojos, asegurando firmemente que es un lugar enfocado para gente que le gusta la innovación.
La fecha de apertura es imprecisa, los planes apuntan al 19 de marzo de 2012, pero según la expresión del propio chef al preguntarle, todo es posible. Sin embargo, al parecer hay adelantos significativos, de un concepto que una vez puesto en marcha no pasará desapercibido.