Estamos en plena temporada de mango. Los hay por todas partes y de todos los tipos. Comparto un texto que escribí hace mucho sobre el tema:
«Fruto originario de la India y Malasia, traído a Venezuela en el siglo XVIII. Pero ha sido tan extraordinaria su adaptación, que se considera que ha permanecido en esta tierra desde siempre.
El mango ha evolucionado de tal forma, que actualmente, se puede encontrar gran variedad como de hilacha, de bocado, de trementina y hasta su versión de injerto: la “manga” de mayor tamaño, con carne más firme y jugosa.
Sin embargo, pocas cosas brindan tanto gusto como chuparse un mango de bocado, abriendo un huequito en su piel, succionando poco a poco su interior.
Su sabor dulce ha estimulado la creencia que engorda, pero nada más lejano de la realidad, porque es bajo en calorías, rico en vitaminas C, B5, incluso ingerido en exceso se comporta como un laxante.
Se come desde que está verde en los meses de marzo y abril, cuando se adereza con sal, limón o adobo y es perfecto para hacer jaleas.
Luego en mayo y junio, las matas de mango están a reventar y casi todas las ciudades se inundan de esa fragancia frutal hasta que llega el momento de botarlos porque es imposible consumirlos al ritmo que se producen.
Mientras tanto, llas calles y carreteras se llenan de vendedores que los ofrecen. Algunas personas congelan su pulpa para ir consumiéndolo en jugo poco a poco, pero la sensación de abundancia es abrumadora.
Algunos estudios señalan que en temporada hay una ligera baja en los índices de desnutrición, en especial en el campo, porque cuando los muchachos sienten hambre, sólo tienen apedrear los árboles de mangos para obtenerlos.
Por su parte, el árbol del mango es apreciado por su belleza, adaptabilidad, resistencia y la sombra que brinda, es común en los jardines de las residencias pero también en algunas calles y avenidas.
Dado que en temporada la cantidad de mangos es tan grande y son fáciles de obtener, ha nacido la expresión “como mango bajito”, refiriéndose a lo que está a la mano y no representa dificultad para adquirirlo.
Con la acogida a la comida asiática, en especial la tailandesa, ahora se le agrega el mango verde a ensaladas, pero es tradición consumirlo en batidos, caratos, conservas y jaleas. En los últimos años, se puede adquirir su pulpa en lata, congelada lista para batidos, deshidratada y en helados».
Texto publicado en la revista Estampas.