El mejillón perna perna es un ñero de toda la extensión de la palabra. Crece en las ensenadas del norte de la isla de Margarita, aferrado a las piedras que están a diez metros de profundidad del agua. Sus conchas marrones esconden un delicioso majar, que palpita entre tonos crema y naranja, con un aroma y gusto extraordinarios.
Para quienes tienen la buena fortuna de disfrutarlos frescos, los mejillones resultan un bocado suave, untuoso, delicado, que permanece en la boca y en la memoria. Sí, se trata de uno de esos tesoros que ofrece esta isla, no tan famosos como algunos de sus congéneres pero igualmente excepcional.
Lamentablemente, la sobre explotación casi acaba con sus presencia, unida a la llegada de otro mejillón llamado perna viridis, procedente principalmente de Asia que encontró en las aguas cálidas y rebosantes de vida un hábitat inmejorable para crecer y desplazar a los locales. Dos situaciones que pusieron en peligro el sustento de poblaciones pesqueras como La Guardia.
La comunidad Brisas del Mar que está ubicada en el extremo este decidió organizarse. En principio con la asesoría de la Fundación La Salle y más adelante con el apoyo del Inces. Un proyecto que básicamente consistía en lograr la manera de recuperar los mejillones cada vez más difíciles de encontrar.
Este molusco es perfecto para el acuacultivo, actividad que requiere paciencia, técnica, disciplina y motivación, que se unieron al conocimiento del oficio de pescadores neospartanos.
Mejillones 5 años después
Cinco años después la fórmula arroja excelentes resultados, tal como dice Niels Petersen, uno de los cinco integrantes del proyecto: «Han sido años de altas y bajas, pero la gente ha entendido que si somos pacientes, respetamos las condiciones de este trabajo y no esperamos que toda la ayuda provenga del Gobierno, es algo bueno para nosotros, para la comunidad y para la ensenada.
Alrededor de 15 familias se benefician directamente. En el último año hemos sacado más de seis toneladas de por los menos 6 centímetros de talla, como exige la ley. En consecuencia se ha replantado el lecho marino y en estas aguas rebosantes de vida ha aumentado la población de peces como corocoros, bagres y lisas».
En la comunidad de Brisas del Mar en la actualidad tienen tres balsas de madera, dos de pvc y dos líneas de cuerdas, que se ven flotando desde la orilla. Debajo de ellas nace y se reproduce la vida.
El mejillón guardiero es un producto de calidad extraordinaria que ha encontrado en este proyecto el medio para crecer, demostrando que la organización social y la ecología no son antagónicas a la prosperidad y la tradición.
A partir de hoy (24 de octubre de 2015) comienzo como columnista de El Universal. El espacio se llama #limonesEnAlmíbar nombre que retomo porque ya lo había usado para la web del mismo medio. Espero que este espacio sea interesante, informativo, ameno e inspirador para todos.