Las aguas del periodismo nunca han sido tranquilas, ni siquiera en la fuente gastronómica, considerada «frívola» y «superficial» por muchos. La imagen que se proyectaba mi mente durante el foro de periodismo gastronómico, fue la de una represa que se agrieta, donde la fuerza del agua contenida hace tanta presión hasta resquebrajar el concreto, como consecuencia de tantos años de acción con escasa reflexión, de un sector que ha crecido a pasos agigantados.
Los ponentes fueron las periodistas Rosanna Di Turi, Sasha Correa, Ana María Rodríguez y Adriana Gibbs, todas por Venezuela y el español Ignacio Medina. Una mesa que resultó de lujo, con discursos reflexivos, didácticos, profundos que abrieron puertas y ventanas a un área del periodismo que se hace cada vez más compleja. No se le dio espacio a la improvisación, que además de elevar la calidad de la discusión, se traduce como respeto a una audiencia que se mostró atenta y activa.
Las intervenciones abarcaron diversos aspectos y visiones, no se tornaron repetitivas que era uno de mis temores. Saltaron lo anecdótico para insertar nuestra labor en el terreno de lo conceptual, la revisión de lo que se ha venido haciendo y asomar los retos a los que nos enfrentamos. En el caso de Adriana Gibbs comenzó afirmando que «el buen periodismo no debe olvidar las preguntas de siempre», además de no perder de vista que este es un trabajo que se debe a sus lectores y todas la responsabilidades que eso conlleva, en un mundo que necesita más atrevimiento y crítica.
Todos los foristas afirmaron sin atisbo de duda, que hacen periodismo, y no crítica gastronómica. Pero el periodismo exige disciplina, preparación, humildad, imaginación, responsabilidad y tal como lo expresó Sasha Correa «aprender a mirar, ir más allá de lo evidente», cuya intervención expuso los géneros periodísticos de los que se ha servido la Revista Cocina y Vino, para abordar la fuente, como son la semblanza, la crónica y el reportaje. Términos comunes para los profesionales de la comunicación, pero valió la pena el repaso, refrescó la memoria y fue una lección para quienes deseen más herramientas si carecen de formación en esta profesión.
Por su parte, Ana María Rodríguez escudriñó en la labor de las agencias de comunicaciones. Lo que hay que hacer antes de tomar una cuenta, la ética profesional, las estrategias, la audiencia el entender la fuente y el trabajo de los periodistas, sus necesidades y limitaciones, además de los medios no tradicionales. «A veces se nos ve como un mal necesario, pero podemos ser coautores con los medios».
¡Bienvenidos al mundo del subjetivismo!
Ignacio Medina comenzó expresando su sorpresa, porque jamás hubiese imaginado en más de un cuarto de siglo en la profesión, que llegaría a dirigirse a una audiencia tan numerosa conformada por profesionales de la comunicación, dedicados a la fuente gastronómica. «Estamos en el momento de mayor nivel de difusión, pero también en el de menor nivel de compromiso y preparación. El espacio hay que ganárselo a pulso, respetando y haciéndose respetar (…) la gastronomía es un reflejo de lo que sucede en el mundo a nivel económico, social y político».
«La gastronomía es una excusa y un argumento para transformar la sociedad, se puede traducir como las reglas de la historia (…) El periodismo administra palabras, explica sabores (…) nunca le he dicho a nadie qué comer, cuando, solo cuento mi verdad. Comemos para disfrutar y cada quien lo hace a su manera».
Medina hizo una extensa disertación sobre cómo los platos evolucionan, porque la cocina es dinámica y sin verdades absolutas. Se preguntó sobre la labor del crítico culinario, su formación, lo que lo motiva y le hace expresarse respecto a un lugar, hecho o persona de una manera determinada. También las presiones y compromisos con los que se enfrenta. «El periodismo gastronómico tiene que pelear todos los días por ganar espacios de libertad, en especial consigo mismo (…) los críticos no son populares, pero la crítica es imprescindible, es dura, duele pero nos hace crecer».
Difícil resumir en pocas líneas la interesante visión de alguien que viene de un país donde el tema de la crítica y el periodismo gastronómico ha avanzado tanto. Pero también sentí orgullo, al escuchar el nivel de reflexión de periodistas locales, bien plantadas, claras y honestas.
Quedó mucho en el tintero, una mañana se hizo insuficiente, pero abrió un espacio que hay que seguir cultivando, alimentando, al que espero se involucren más profesionales y personas interesadas en hacer uso de los medios de comunicación. Me hubiese gustado ver estudiantes de comunicación social, más blogueros, más fotógrafos, más periodistas, más diseñadores gráficos, más agencias, más cocineros, más sommeliers, más y más de todos los actores que nos desenvolvemos en este medio. Tengo fe que las ausencias más sentidas fueron ajenas a los caprichos del ego, sino que sucumbieron a la dinámica frenética de una ciudad como Caracas.
Finalmente, Medina asomó que encontró en Venezuela una cocina más refinada de la que esperaba, que se va gratamente impresionado. La gente del Restaurant Le Gourmet, organizadores del foro, se dieron a la tarea de coordinar un recorrido por varios lugares donde se gestan productos emblemáticos como ron y chocolate, además de visitar restaurantes. Estaré atenta a los textos que escriba Mediana cuando regrese a casa, cuando ponga en orden su cabeza, sus notas y la experiencia vivida.
Mientras tanto, en Venezuela se abrió un espacio de disertación que a mi juicio nos beneficiará a todos, comunicadores y público en general. Queda mucho por revisar.
El panel (de izq a der): los periodistas Ignacio Medina, Rosanna Di Turi, Adriana Gibbs, Ana María Rodríguez y Sasha Correa