¿Quién es el Chef?

«Donde el chef eres tú!», promete la cadena de comida rápida Chipi´s con la foto de una filipina sin cabeza que sostiene en sus manos una bandeja con sus emblemáticas hamburguesas. Pero esto no termina aquí, cuando alguien quiere hacer referencia a la calidad de la comida, aunque en realidad sea muy mala, dice que es la «selección del chef», «la receta secreta del chef» y algunos más osados te prometen que sin mayor esfuerzo ni conocimiento, convertir a cualquier persona en chef de cocina.

No pueden imaginar cuanta indignación me produce esta situación, porque esta es una profesión plagada de sacrificios físicos, profesionales y personales. Para ser chef de cocina hay que ponerle ganas, horas de pie, horarios alterados, un ambiente de trabajo duro que en muchos casos llega a ser hostil. Hay que lidiar con los empleados y con los proveedores, estudiar, madrugar, aprender y además mantener contento a los comensales, a los dueños de los restaurantes y a la crítica. Pequeña labor!

Entonces, cómo permitimos que se utilice nuestra profesión como icono del mercadeo, para que gente que no tiene nada que ver con eso pueda vender sus productos, avalados por un experto que en la mayoría de los casos ni siquiera ha participado en el proceso.

En la actualidad la fantasía colectiva es que cualquier persona que vista una filipina y combine con acierto o no, tres ingredientes se convierte en chef. Cualquiera dice que lo puede ser, como si ese título viene en los empaques de jabón o en las latas de cerveza. Lo que me lleva a pensar: acaso no se le puede decir lo mismo de los médicos, porque basándome en esto basta con recetar medicinas para serlo. O cualquiera que pegue tres ladrillos es ingeniero, o el que lleve su chequera o llene bouchers del banco es administrador. ¿Qué diferencia hay?

Pero la otra cara de la moneda, es que muchos chefs se prestan para eso, elaboran recetas para Mc. Donald y las firman, aparecen en cuñas asegurando que si compran tal o cual producto se serán como ellos, lo cual no solo pasa en Venezuela, sino a nivel mundial. Es compresible que en un mundo donde el estilo de vida nos lleve a comer de forma tan deficiente, la figura del chef surja como aspiracional, y que su voz surja como la de un experto que recomienda lugares o productos es comprensible y hasta beneficioso, pero de ahí a decirle «serás como yo»si compras tal o cual cosa es un diferencia muy grande.

Pero más que beneficioso ha sido perjudicial, se ha «puteado» nuestro oficio, se le ha restado valor. Aunque la gran ironía es que esta profesión de «super estrellas», encuentre su contrapeso en el poco respeto que se le preste al oficio en el que cualquier persona sin la más mínima preparación se sienta con autoridad de ostentar dicho título.

Cuando Santi Santamaría arremetió contra Mc. Donalds en el SIG del 2007, vi como muchas caras de colegas se arrugaron y luego en la intimidad hasta lo tildaron de loco e histérico, sin detenerse a pensar o a considerar las palabras del chef español.

Lo peor del caso es que las nuevas generaciones encuentran en esta profesión una vía rápida para ganarse la vida, sin que perciban cuan dura puede ser. No tienen idea del trabajo, la investigación y la constancia que exige, además de las lesiones típicas de la profesión como lumbagos, varices, problema de espalda, quemaduras y relaciones personales destrozadas, porque no todo el mundo está dispuesto a soportar una pareja con horarios tan exigentes.

Digo todo esto invitando a la reflexión, a mis colegas que se están organizando y colegiando les pido que entre sus estatutos y metas incluyan la dignificación de la profesión, el pronunciamiento ante promociones que merman nuestra imagen y el maravilloso trabajo que se desarrolla en una cocina, que se dignifique nuevamente la palabra «cocinero», esa persona que día a día alimenta a sus semejantes y tiene el don de hacerlo bien y con compromiso.

Hay que encontrar el equilibrio entre el respeto a la figura del chef – en esencia cocineros – y la proyección como palabra experta que tiene toda la autoridad para promocionar, recomendar o señalar lo que comemos.

Vanessa Rolfini Arteaga
Vanessa Rolfini Arteaga
Comunicadora social y cocinera venezolana dedicada al periodismo gastronómico. Egresada de la UCAB con estudios de especialización en la Universidad Complutense, de crítica gastronómica en The Foodie Studies y entrenamiento sensorial en la Escuela de Catadores de Madrid. Actualmente, redactora en Sommelier y columnista del diario Correo de Perú. Conductora de rutas gastronómicas y editora de guías. Experta catadora de chocolates.

4 COMENTARIOS

  1. Muy bueno vanessa. Te invito a que te unas a la asociacion de chefs, cocineros y afines de venezuela si aun no lo haz hecho… estamos convencidos de que si podemos y que estamos dando la vida por una cocina de calidad y con mucha conciencia. gracias

  2. Vayan a La Fonda Mexicana es un restaurante de comida mexicana muy bueno, comi unos taquitos deliciosos con una salsa que me facino, vayan y prueben este restaurante y me dicien que les parecio.

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