Anoche asistí a una obra en el recién remodelado Teatro Nacional en el marco del Festival de Teatro de Caracas 2014 (no quiero caer en referencias a los antiguos Festivales de Teatro).
La obra resultó terrible y salimos a mitad de la función. Pero lo mejor fue descubrir el centro de Caracas en la noche. Este renovado espacio va desde la Av Baralt a la Av Fuerzas Armadas y de la Avenida Lecuna a la Av Universidad. Son los límites para tanta hermosura. Lo cierto es que experimente una burbuja, limpia, segura, donde pude disfrutar los hermosos edificios en su gran mayoría recuperados y bien iluminados, además de la noche fresca y el cielo despejado, es decir, uno de los mejores atributos de esta ciudad, el clima.
Llegó un momento que me sentí tan segura que no tuve ni que guardar, ni disimular el celular y la cámara. Esto me lleva a pensar que los revolucionarios también abrieron su espacio, un lugar que saben que la mayoría de los opositores no pisará y que disfrutan a sus anchas.
Caracas es de todos, y lamento que los prejuicios no dejen que mucha gente pase el límite de Plaza Venezuela hacia el Oeste (y no me digan que no es cierto). Mientras tanto, surge otra ciudad. Una a la que tenemos derecho y que nos estamos perdiendo. Esto es complicado, muy complicado, pero terminé revuelta porque así está el país.
Las opciones para comer y divertirse con amplias, cafés, tascas, terrazas, muchas muy alejadas a la imagen de cuchitriles, muy por el contarario. Por ejemplo, anoche visitamos Doña Barbara (frente a la Plaza Alí Primera), Chocolatico con Cariño (esquina San Jacinto), Terraza del Hotel León de Oro (esquina de Traposos), la Terraza del Teatro (Esquina Principal), entre muchos otros lugares que vimos al pasar, algunos cerrados y otros no.
No lo voy a negar, no es fácil soportar la iconografía revolucinaria, el Comandante eterno y galáctico por todos lados, llevado a los límites de la imaginación y el descaro. Pero es un buen ejercicio de tolerancia.
Sin lugar a dudas, la recuperación del centro es asombrosa. Recordé cuando hace muchos años visité Quito. El centro de esa ciudad en el día era ruidoso y sucio, pero en la noche daba gusto recorrerlo, como si con el ocaso lo limpiaran con agua y jabón. Mi amiga Doris Barrios (@dorisbarrios) comentó que una vez el Comandante Galáctico y Eterno fue a la capital ecuatoriana y quedó impresionado. Tal vez, finalmente decidieron hacerle caso en una vaina buena. No se.
Mi recomendación: aproxímense durante esta semana al centro de Caracas, el metro es la mejor manera de llegar. Un paseo que vale la pena. Les aseguro – contra todo pronóstico – que dentro de los límites señalados es uno de los espacios más seguros del valle. Por lo menos en estos días, no se si tanta seguridad y cuidado es temporal.