«Soooooy, Vinotinto soy, Vinotinto soy, Vinotinto soy, Vinotinto soooooyyyyy …» no recuerdo cuántas veces escuché esa canción en el juego de las eliminatorias para el mundial de fútbol Brasil 2014 entre Venezuela y Argentina. Más allá del resultado a nuestro favor, con un equipo que jugó con el corazón y demostró total concentración y foco, creo que merecíamos ganar. No soy fanática del fútbol, fue la primera vez que asistía a un juego de la Vinotinto pero la emoción y la energía que se sentía era avasallante, contagiosa.
Lo que más me impresionó fue sentir como hacía mucho no me pasaba, un solo país con un solo objetivo. Más de cuarenta mil fanáticos vestidos de vinotinto coreando durante noventa minutos más el descanso, no pararon ni un minuto, no hubo tregua, no dimos concesiones a los contrarios, no nos dejamos deslumbrar por la luminarias internacionales, tal como rezaba una pancarta «Messi eres un Dios, pero aquí somos ateos».
Imposible sentarse, ni tomase una cerveza, los fanáticos a mi alrededor solo comentaban jugadas, en los pocos espacios que lo permitía algún momento menos ajetreado del juego. Lo admito, estoy acostumbrada al beísbol donde la dinámica es diametralmente opuesta y hay mucho espacio para comer, beber y conversar.
Era tan fuerte la energía, que minutos antes del gol de Amorebieta (por cierto, un español nacido en Cantaura que paradójicamente en su tierra natal se vistió de gloria), las barras llevaban como cinco minutos gritando «SÍ SE PUEDE».
Al final de juego, estaba más afónica, feliz, emocionada, orgullosa y coreaba una y otra vez «vamos venezolano, esta noche tenemos que ganar».
Este señor se hacía llamar el Super Vinotinto y su traje por fuera era vinotinto y al abrirlo mostraba la bandera nacional
Sombreros, camisas, franelas, pitos, shorts, gorras, la oferta infinita y los comerciantes hicieron literalmente su agosto
Camisetas para todos los gustos, hasta los fanáticos de Messi tuvieron chance
Hermosos en afro tricolor …
Pintacaritas tricolor …
Rivales en la cancha, amigos en la vida real … esta imagen era común …
Desde este ángulo vi el juego
Alegría, música, bailes, el entusiasmo antes de entrar al estadio era contagioso
Con mis amigas Doris y Elsa …
Detalles al margen:
– La seguridad en las afueras del estadio era casi nula. Uno que otro policía, pero sabe por qué no sucedió una tragedia. Se accedía sin revisión, incluso sin entrada, sin control.
– Aunque los fanáticos estaban a las afueras desde muy temprano, abrieron la puerta a las seis de la tarde, sin control, la gente corría, no se respetaban las entradas, un pandemonium. Qué suerte tiene la gente que encargó de la organización, pudo pasa cualquier cosa.
Mucha creatividad en la indumentaria de la hinchada que fue a Puerto la Cruz a apoyar a la vinotinto.Venezolanos con camiseta de Argentina (pasteleros), por suerte se vieron muy poquitos, la niña de la foto es un ejemplo. Conté cuatro.