Las cervezas artesanales han salido al ruedo en años recientes en Venezuela, un mercado dominado por las de factura industrial. Aunque todas son “cervezas” tienen naturalezas distintas, momentos de disfrutarse y hasta varía la temperatura de servicio.
Las artesanales expanden la gama de la bebida a otro registro de sabores, olores y sensaciones, muy distintas a la industriales más dada a refrescar, porque son más ligeras, con menor grado alcohólico y más económicas.
“Hay que estar abierto a una experiencia distinta, si la persona las toma con esa actitud sumará una nueva gama de bebidas que por sus variaciones y tipos es muy extensa. No tiene sentido compararlas con lo que estamos acostumbrados”, afirma Ileana Chávez, quien junto a su esposo Alexander Jiménez elaboran la marca Norte del Sur.
Los expertos recomiendan comenzar con las más suaves, “aunque siempre serán muchos más amargas que las cervezas que hemos tomado siempre”, afirma la sommelier Vanessa Barradas, quien le sugiere al consumidor que se prepare a una experiencia distinta, porque cambian aspectos como espuma, temperatura, cuerpo, amargor y maridaje.
“Una de las fortalezas de estas cervezas es que están hechas para acompañar la comida o para beberse como si se tratase de un “reserva”, es decir, disfrutándola sorbo a sorbo, en contextos especiales. No son para tomarlas al paso, su objetivo no es mitigar la sed”, aclara Barradas.
¿Dónde comenzar?
Considerando el paladar criollo un buen inicio es por las tipo blond ale o golden que suelen ser amarillas y livianas. Otra opción son las elaboradas con trigo como las hefe weisen, en este caso Cerveza Tovar produce una que tiene una distribución relativamente masiva. En este grupo, se ubican las que contienen otros cereales, como la negra tipo stout de avena que hace la etiqueta Social Club.
En todos los casos mencionados, son mucho más amargas que cualquiera de las comerciales que ofrece el mercado, pero representan un buen paso para la adaptación del paladar. Barradas asegura que el mismo comensal experimentará la sed de explorar opciones, entonces, probará las pale ale que es uno de los tipos más común entre las marcas locales, seguida de marrones, ambas y rojizas, para luego dar el salto a las oscuras y con más cuerpo como las stout y porter.
“La tolerancia a los sabores amargos de cada quien es fundamental. Los venezolanos tenemos un paladar que gusta mucho de lo dulzón. Pero si la persona sabe que puede disfrutar del amargor, entonces se le abren más posibilidades a otras variedades como las IPA, las añejadas en madera, incluso descubrirá que no son lo mismo las elaboradas con recetas inglesas, belgas o americanas”, afirma Barradas.
“Si bien las artesanales no están pensadas para refrescar, cuando el paladar se habitúa, entonces es inevitable que las más suaves también cumplan esa función”, sentencia Barradas.
Tres diferencias
La espuma, la temperatura de consumo y el grado alcohólico son la tríada que une los puntos entre las artesanales y las diferencias de las industriales tipo Pilsener, las cuales son livianas, se sirven a baja temperatura, son más económicas y permiten consumirse en más cantidad, pero siempre con responsabilidad.
La temperatura de servicio recomendada para las birras artesanales es más alta y se ubica entre 9 y 11 grados centígrados, dependiendo de los tipos porque las más claras incluso a 6 grados. “Se toman frescas pero no heladas. El frio disimula los defectos, no permite apreciar su fragancia y sabor. Incluso cuando una birra está bien hecha a medida que se va calentando ofrece más olores, se descubre poco a poco, es toda una experiencia “, afirma Alexander Jiménez.
Por otra parte, hay que dejar de lado creencias como que la espuma no es buena para la cerveza, cuando en realidad es todo lo contrario, “porque protegen la frescura y de la rápida oxidación, mantienen más tiempo los aromas y evita que el alcohol se evapore”, tal como lo resume Chávez.
¿Dónde adquirirlas?
Las cervezas artesanales no tienen una distribución masiva, porque se producen en bajos volúmenes. En Caracas, algunos bodegones las incluyen en sus anaqueles como Al Natural en Los Naranjos, el bodegón de Alto Prado, la licorería Hieylic en Altamira, en la esquina de San Jacinto en Chocolatico con Cariño, por mencionar algunos lugares.
En el caso de la Colonia Tovar, las marcas Coloniera y Benitz, que tienen permiso de las autoridades locales y ubican puntos de expendios en varios lugares del pueblo.
Cuando este movimiento empezó a tomar fuerza en Venezuela, los interesados se las compraban a los “panas cerveceros” o por las redes sociales. Algunas marcas todavía se sirven de esta plataforma, pero dos tiendas virtuales ofrecen esta alternativa como Artesanales Venezuela (@artesanalvzla) y Craft Beer Venezuela (@CraftbeerVe).
Finalmente, otro especio para el disfrute son las ferias, bazares y restaurantes, que en muchos casos han incorporado varias etiquetas en su menú.
Vanessa Barradas le recomienda a los comensales que cuando las adquieran no las guarden mucho tiempo, porque están hechas para consumirse con rapidez, que las mantengan refrigeradas y eviten acostar las botellas, lo cual en los hogares suele ser todo un inconveniente porque las mayoría de las botellas son de 0.75 litros y solo se pueden colocar en la puerta y no siempre hay especio para eso.