La Casa de Rubén hoy se queda sin anfitrión, su alma, sazón y alegría se muda sin avisar. El cocinero Rubén Santiago era increíblemente especial y cercano. Alegre, divertido, pícaro, mordaz, solidario, observador, no recuerdo una sola conversación con él que no fuera importante y nutritiva.
Fue el primer cocinero que puso al “pastel del chucho” en el mapa de la restauración, un plato que se puede decir creó observando a las cocineras ñeras (margariteñas). Autor de recetarios, cultor y promotor gastronómico, si algo se puede llevar en su equipaje es reconocimiento a su sabor y buen hacer en esta vida, tanto, que en 2014 se le reconoció con el Premio Armando Scannone, que otorga la Academia Venezolana de Gastronomía a los cocineros criollos.
Que suerte la nuestra de haber contado con un ser humano tan especial en nuestras filas gastronómicas. Sí, un venezolano ilustre.
Por mi parte, me quedo con las anécdotas de este buen amigo, su ingenio y la picardía cuando me decía Suspiro. Conservo el sabor de sus platos, y aunque el pastel de chucho era su receta emblema, nada supera a la ensalada de Catalana. Mi favorita de su casa y de su cocina.
Que Vallita te acompañe querido Rubén. Buen viaje amigo.