Desde donde el mundo en teoría se termina, llegan a Venezuela refrescantes y deliciosas burbujas elaboradas con Pinot Noir y Chardonnay.
La bodega «Del fin del mundo» es una de las más grandes de Argentina. Ubicada en San Patricio del Chañar, en la Patagonia, cuenta con una gama extensa de productos, como los vinos Ventus, Postales y la etiqueta que lleva el nombre de la bodega, puestos en los anaqueles venezolanos por la importadora Alimentos Fusari.
Ahora, tenemos a disposición este delicioso espumoso, muy fresco, bien ensamblado, con una burbuja delicada, alegre, de las que acarician las papilas. Aunque no está calificada de rosé, tiene un hermoso tono asalmonado o como dirían los europeos, a piel de cebolla. Quedé gratamente sorprendida, porque para mi gusto, contadas con los dedos de las manos los espumosos provenientes del Cono Sur que me agradan.
Aquí hago un alto, porque tal vez una se trate de una de las bodegas más grandes que he visto, que le apuesta sin pudor al tema del volumen – hecho que no está peleado con la calidad – y le presten el tiempo, el espacio y la dedicación a elaborarl espumosos con el método tradicional.
Menú 100% sudamericano
Recientente organicé una cena para compartir con mis hermanas, lo que vino de Perú en mi maleta. El menú consistió en un ceviche de curvina, tiradito del mismo pescado, papas nativas-ollucos-ocas a la huancaina, ensalada fría de quínoa, quesos de cabra «orgánicos» y pan con aceitunas deshidratadas. De postre, una selección de bombones de chocolates peruanos rellenos con uchuva o aguaymanto como le dicen allá, melcochas limeñas, además de suspiros, para dejar caer en alguna parte el toque venezolano.
Lo cierto, es que el gran acompañante de la noche fue este rico espumoso que armonizó maravillosamente con todo el menú y se adaptó magníficamente a los distintos sabores y texturas de las viandas.
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Se nos nota la alegría de las burbujas del fin del mundo en el rostro. Gracias Vanessa.