Plagio y curaduría digital … ¿son lo mismo?

La periodista venezolana Enriqueta Lemoine ha emprendido una cruzada comunicacional y legal, para que se respeten los derechos de autor del material gráfico que publica, principalmente fotos de suculentos platillos.  Hasta el momento sus acciones han alcanzado éxito contra varios medios digitales y tradicionales, y en la mayoría de los casos ha logrado que retiren las fotografías o le asignen los créditos correspondientes. Pero el caso de Savour Fair es un una gota de agua en el océano digital; cuyas prácticas están en constante evolución, con nombres extrapolados de otras disciplinas, tal como sucede con las llamadas “curadurías”.

“En los casos de plagio y robo de fotos y otros contenidos digitales, la estadística es terrible y vergonzosa: por cada 10 fotos plagiadas, ocho son robadas por medios, periodistas, chef de cocina, blogueros y supuestos creadores de contenido digital”, afirma Lemoine, autora del blog gastronómico Savour Fair.

¿Qué es una curaduría?

Se trata de un término venido del mundo de las artes plásticas y las galerías. «curador de arte debe poseer herramientas conceptuales para asumir la responsabilidad de la colección de un museo o de un espacio expositivo, al igual que para proponer lecturas de la obra de arte en uno o varios contextos. Se requiere una sólida plataforma intelectual para definir un perfil curatorial, seleccionar obras, identificar vacíos, ubicar las piezas necesarias y estimular conexiones y diálogos entre ellas.  En tal sentido, es imperativo conocer profesionalmente el trabajo de los artistas y  estar en capacidad de generar contenidos que acompañen y comuniquen con propiedad las exposiciones”, afirma la museóloga venezolana Ivanova Decán.

A la luz de la descripción hecha, guarda poca o ninguna relación con la acción de tomar una imagen o texto, darle un corte y pega en otra información, la mayoría de las veces modificándola y fuera de su contexto original; y peor aún, sin citar la fuente o autoría. Entonces yo me pregunto, ¿Dónde acaba la curaduría y comienza el plagio?

Qué se dice de curaduría digital

La palabra curador es un anglicismo que proviene del vocablo ‘curator’ y  aunque es usado regularmente en español, muchos prefieren el término comisario.

Comenzando por lo básico, Wikipedia al respecto se refiere al término como  “un barbarismo por anglicismo acuñado por profesionales del mundo del marketing, aunque actualmente ha sido adoptado por otros campos, que surge gracias a la necesidad adquirida que las empresas y profesionales del marketing tienen de localizar, filtrar, modificar y distribuir, de forma segmentada, parte de la gran cantidad de contenidos que se generan en Internet. Hace referencia por tanto a la actividad consistente en la selección y difusión (curation) de contenido (content) en la web”.

Por su parte, el periodista español experto en análisis de tendencias digitales Curro Lucas  al respecto expresa, “cuando se limita a un copia/pega sin aportar nada nuevo al contenido y sin nombrar la fuente original. Pretende hacer creer al visitante que esa información ha sido trabajada desde cero por el autor del post”.

En la misma línea el informático especialista en redes sociales Gilberto Pagua afirma “curaduría es un proceso o metodología que como base u objetivo no debe cambiar entre un ámbito u otro. Por lo que un curador de información selecciona contenidos a fin de transmitir un mensaje con un punto clave: El respeto por las reglas y la metodología para lograr el mejor resultado y, en el caso de contenidos digitales, el respeto a los derechos de autor”.

Sobre curaduría y sus delimitaciones el periodista Luis Carlos Díaz afirma “El curador funge como un DJ de informaciones, la compila, procesa y la convierte en otro producto que se consume de forma distinta. Está más allá del retuit o la cita”.

¿Cuándo se convertirse en plagio?

SAVOIR FAIRE plagio de MétodoComa rutas golosas
Foto: Savoir Faire

Lucas comienza su respuesta afirmando que no le gusta mezclar el tema de las curadurías con el plagio, al punto que aclara que “hay suficientes herramientas para localizar fotografías con licencias no restrictivas, que permiten usar contenido de otras personas y que normalmente a cambio solo piden cuestiones tan razonables como que se respete la obra original o que se enlace al autor original”.

Sin embargo, Padua abre el espacio de la duda al decir que “a veces no se respeta la metodología, ya sea por desconocimiento o falta de interés. Lo triste y doloroso es que estamos en una época en la que es más fácil de detectar y a la vez se está produciendo en mayor cantidad. Y pareciera que la razón por la que crece el plagio es «porque los demás lo hacen». Un punto importante, donde parece que una reiterada mala práctica se ha hecho hábito y explica el por qué de las estadísticas con la que se inició este texto.

“El plagio ocurre a muchos niveles: robar contenidos sin citarlos, e incluso citarlos pero llevárselos completos también puede ser mal visto. Y el otro plagio es la inspiración. Si tú haces un serie de 5 cosas que comer en Lima, y luego 5 postres y luego 5 cosas para comer con menos de 2 dólares… se ve feísimo que a mí «se me ocurra» lo mismo para mi página competidora”, afirma Díaz.

Lemoine sostiene en su defensa que sus fotos tomadas sin su permiso están protegidas por la leyes de Propiedad Intelectual y Copywright de los Estados Unidos de América, pero hasta qué punto es vinculante a otras leyes, un campo donde se han dado logros pero no suficientes.

Tal vez el enfoque va por los caminos de la ética, que suelen ser sinuosos, dependen de la acción individual y que en la mayoría de los casos no tiene consecuencias judiciales ni financieras. Sin embargo, Lucas asevera que “la ética parece un valor a la baja. Pero a diferencia del mundo analógico, en el digital es relativamente fácil detectar y señalar al que se salta esos principios éticos. Tarde o temprano en internet habrá una purga, a la que ayudarán los algoritmos de grandes empresas como Google o Facebook, y solo prevalecerá el contenido que de verdad aporta un valor al internauta”.

Texto escrito originalmente para el portal peruano www.layemadelgusto.com

Vanessa Rolfini Arteaga
Vanessa Rolfini Arteaga
Comunicadora social y cocinera venezolana dedicada al periodismo gastronómico. Egresada de la UCAB con estudios de especialización en la Universidad Complutense, de crítica gastronómica en The Foodie Studies y entrenamiento sensorial en la Escuela de Catadores de Madrid. Actualmente, redactora en Sommelier y columnista del diario Correo de Perú. Conductora de rutas gastronómicas y editora de guías. Experta catadora de chocolates.
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