A los santos bocados de Beto Puerta …

santo bokado abreboca rutas golosasSanto Bokado merece una nota, captó mi atención. Finalmente, pude sentarme a la mesa cuidadosamente cultivada por el chef Beto Puerta. Una visita donde me sentí bien atendida de principio a fin, lo cual, ya le daría un montón de puntos positivos a cualquier reseña.

De Santo Bokado me gustó el ambiente, el servicio, el cuidado en la presentación de los platos. Me encanta que rompe con la monotonía, no es un menú lineal, ni soso, ni predecible. Muy por el contrario, invita a interactuar con los acompañantes y con la comida en sí misma. Y aquí viene mi primera recomendación, no es un lugar para comer a solas. Se ahogará en su propia saliva, si no puede comentar lo que experimenta, porque está presente el juego, la diversión, la evocación, una especie de montaña rusa de sabores, recuerdos, texturas, utensilios y colores. Inevitablemente, hay que ir acompañado.

Los lentes. Este plato es un delicioso y divertido acto de fé
Los lentes. Este plato es un delicioso y divertido acto de fé

La propuesta visual merece un aparte, nada en los platos está puesto al azar, estoy segura que se bocetearon una y otra vez, hasta encontrar la composición deseada. Un menú rico en cambios de colores,  trampantojos, evocaciones a lo que consideramos cotidiano.  El cuido en el servicio de muchos platos resulta sobrecogedor, porque detrás hay laboriosidad y atención al detalle.

Sin embargo, algo falta…

Y tal vez de aquí en adelante, mis palabras son para Beto Puerta, cuya cocina conozco bien. He comido en su mesa pública y familiar. Sé que es un gran cocinero.  Tiene la técnica y el ímpetu de quien quiere comerse el mundo y compartirlo. Tal vez por eso esperaba más. En un menú de 16 platos, a pocos les puse una pequeña marca porque me gustaron mucho o destacaron.

A los grandes pianistas les recomiendan que después de aprenderse las partituras de memoria, lo cual implica horas de práctica y sacrificio, simplemente las olviden. Que para tocar el piano con éxito y cautivar al espectador, hay que imprimirle el corazón, encontrar la propia voz.  De lo contrario, resultará un pianista más entre miles.

Esta sugerencia va para Beto: Tu paso por reconocidas cocinas esculpió lo que eres, tu visión de la cocina, tu manera de trabajar. Pero eso no eres tú. Creo que tienes un potencial extraordinario, porque posees talento, formación, hambre de aprender y mostrar. Pero en la secuencia de platos, no descubrí quién eres tú. De hecho, uno de los que tiene «la marquita» es el «vuelve a la vida», pero ese plato se parece a tí, es algo que llevas años haciendo y digiriendo. Estoy segura que falta mucho por expresar.

Personalmente, recomiendo este restaurant. Creo que tiene mucho que ofrecer a un comensal caraqueño aburrido de lo mismo. Será bien atendido, se divertirá, comerá y beberá bien,  se irá de ahí comentando por varios días lo que vió, comió y sintió.

Lo mejor está por venir, cuando Beto Puerta pongan sobre el mantel los platos que realmente se parezcan a él:  lo olvidado, lo recordado, lo digerido y lo reinterpretado, porque de eso se trata la «cocina de autor».  Un camino sin final, expresado en primera persona.

Vanessa Rolfini Arteaga
Vanessa Rolfini Arteaga
Comunicadora social y cocinera venezolana dedicada al periodismo gastronómico. Egresada de la UCAB con estudios de especialización en la Universidad Complutense, de crítica gastronómica en The Foodie Studies y entrenamiento sensorial en la Escuela de Catadores de Madrid. Actualmente, redactora en Sommelier y columnista del diario Correo de Perú. Conductora de rutas gastronómicas y editora de guías. Experta catadora de chocolates.
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