Adobo con gusto y vergüenza

lara oct 2014 103

Adobamos las carnes para darles gusto. Una práctica tan popular en Venezuela, que a la mezcla de condimentos para ejecutar la acción la bautizamos “adobo”.

Todos conocen su existencia, identifican su olor, tienen claro su sabor, en algunas memorias está su imagen y presencia, en otras recuerda palabras que se traducen en repudio o placer.

Se utiliza en muchas cocinas, para algunos es parte del toque de la sazón nacional, pero pocos pronuncian su nombre públicamente y muchos menos se atreven a escribirlo en un listado de ingredientes si de su versión industrial se trata. Se le podría dedicar la canción de Willie Colón “¡oh! ¿qué será?”, y le calzaría al dedo. En este caso, la respuesta se resumen en las palabras: “adobar” y “adobo”.

Rafael Cartay define al adobo como “una mezcla de condimentos, hierbas aromáticas y especias utilizada para sazonar o condimentar un alimento antes de su preparación” (Diccionario de la Alimentación y Gastronomía en Venezuela, 1997).

Actualmente, el “adobo” es un condimento o una mezcla de ellos. Por una parte, la acción de “adobar” significa condimentar o sazonar los alimentos, que incluso se utiliza como sinónimo de “marinar”. Pero también es un producto envasado de sello industrial. Hemos transformado el verbo “adobar”, en el sustantivo “adobo”, término que solo se utiliza en Venezuela.

La chef maracucha Ivette Franchi afirma, “en espíritu, el adobo es lo más cercano al curry en nuestra gastronomía”. Sin embargo, ha estado allí desde que nuestra culinaria existe. Se trata de una combinación para dar sabor, función que por cierto comparte con el cubito, aunque se escriben y utilizan de modos muy diferentes.

Adobar es verbo y sustantivo

“El adobo llegó con  los españoles  no es más que una técnica de preparación de carnes, especialmente, donde intervienen especias molidas en mortero. Inicialmente se hacía para esconder la descomposición, pero luego se transformó en costumbre para enriquecer sabor y aroma de las preparaciones.

La cocina prehispánica también utilizaba el mortero para triturar aderezos, especialmente ají, con que condimentaban la comida. Así es que se trata de una costumbre compartida por ambas culturas, que dieron origen a la cocina criolla. Todos los primeros escritos de cocina venezolana – J.A.Díaz, Luis Razetti, Tulio Febres Cordero – del siglo XIX hablan del adobo y dan diferentes recetas”, afirma el periodista especialista en gastronomía Miro Popic.

Sin embargo, a partir de los años cincuenta comienzan a parecer en el mercado, mezclas “para adobar”, hasta que en 1984 irrumpe “Adobo La Comadre”, elaborado en ese entonces Molinos Nacionales, ahora Gruma. Lo cierto, es que esa mezcla llamada “adobo”, se convirtió en un condimento elaborado con ingredientes secos, muchos de ellos deshidratados. Luego entraron en el mercado otras marcas como Iberia, Maggi con el Sazonatodo, Mc Cormick, Indian, Macarena, El Rey, El cocinerito, entre otras.

Llama la atención el hecho que pocos cocineros (amateurs o profesionales) hagan uso de la versión industrial, y se explayen largas disertaciones sobre los beneficios de hierbas y especias naturales. Sin embargo, los anaqueles de los supermercados están plagados de varias etiquetas, es decir, hay un mercado que lo utiliza y con regularidad, porque están disponibles desde las versiones industrializadas avaladas por sellos internacionales, hasta los elaborados por empresas artesanales.

El adobo industrial llegó a nuestra mesa con la vida moderna, traducida en apuro, en el escaso tiempo disponible para la cocina, pero a su vez con la añoranza de esos sabores de casa, de familia. La ilusión viene acompañada de la practicidad, al reducir un proceso de días en minutos. Esto trae sus consecuencias propias de todo proceso industrial, que se traduce en el uso de resaltadores de sabor, y es allí justamente donde hincan sus argumentos los detractores, alegando que no va en sintonía con la comida saludable y que estandariza el gusto.

Adobo con mango verde

En una encuesta – sin rigurosidad científica- realizada en las redes sociales, da algunas luces sobre el concepto del adobo industrial y su uso. Hasta sus mayores detractores, afirman que les gusta con el mango verde, una dupla que salió victoriosa en este caso.

Mientras tanto la confusión sigue ahí, una cosa es adobar y otra utilizar “adobo”, mientras la primera no es más que un procedimiento en la cocina, la segunda tiene dos acepciones: el natural hecho en casa que goza de buena fama y su hermano gemelo industrial, cuya presencia es tan discutida y popular.

El adobo industrial y su uso es una querella de nunca acabar entre los paladares más refinados. Sin embargo, su presencia en los mercados del exterior junto a la Harina Pan, Diablitos, Torontos, Toddy y Frescolita, proporciona mucha tela que cortar. Da la impresión que desde fuera se le añora. Mientras tanto, ahí está, un segmento de los alimentos que crece y se diversifica a diferencia de muchos otros, con sus versiones bajas en sodio y las variantes con hierbas.

Por su parte, la chef Franchi afirma, “hay ciertas preparaciones del patrimonio gastronómico tradicional Zuliano donde es esencial. Dos en particular: el arroz de maíz y los bollitos cañaderos. Ambos platos son bastante condimentados y en sus recetas originales esta el uso del adobo, porque está muy enraizado en la cultura nacional. Creo que desestimar su uso por comercial, es divorciarse un poco de las formas habituales de consumo de la gente común, que al final es la que dicta los patrones de consumo”.

El chef Chucho Rojas “¿Que si lo uso? No. ¿Que si le resta? No. ¿Que si es satánico? No. ¿Que si sabe a Venezuela? Sí. Creo que es un recurso válido y si supiéramos usarlo y en su justa medida, por qué no. Soy fanático de la cocina sincera y sencilla. El adobo sabe a tanto al mismo tiempo, que me parece rebuscado. Me gustan los adobos hechos en casa”.

Este texto cierra el ciclo de «Así Somos con gusto», para la revista Bienmesabe. Fueron 37 ediciones, donde exploré los platos e ingredientes venezolanos que comenos en la actualidad, su origen, su proceso de inserción en nuestra mesa y en qué los hemos convertido. Siempre he tenido el sueño de hacer una compilación, sería una hermosa publicación. Nunca se sabe.

Vanessa Rolfini Arteaga
Vanessa Rolfini Arteaga
Comunicadora social y cocinera venezolana dedicada al periodismo gastronómico. Egresada de la UCAB con estudios de especialización en la Universidad Complutense, de crítica gastronómica en The Foodie Studies y entrenamiento sensorial en la Escuela de Catadores de Madrid. Actualmente, redactora en Sommelier y columnista del diario Correo de Perú. Conductora de rutas gastronómicas y editora de guías. Experta catadora de chocolates.
  1. «Hemos transformado el verbo “adobar”, en el sustantivo “adobo”, término que solo se utiliza en Venezuela.»
    En México también se emplea cotidianamente el adobo, siendo más común el uso del sustantivo para referirse al platillo y a la acción de adobar, por lo que no es exclusivo de Venezuela.

    • No se si me expliqué bien, en Venezuela el adobo no es un platillo es una mezcla de contimentos. Gracias por su comentario… y felices fiestas

spot_img

Recientes

Artículos relacionados