¿Es mejor comer yuca que papas fritas o estamos quebrados?

papasmacdonalds600«El lado positivo del bajón de los precios del petróleo es que nos obliga a cambiar nuestro patrón de consumo por lo hecho en casa», expresó Dante Rivas.  Qué peligrosa resulta esta frase, donde un alto funcionario del gobierno venezolano denota una profunda ignorancia sobre nuestros hábitos en la mesa.

Hace muchos años, tuve un programa de televisión en el canal 8, se llamaba Cocina a Cuatro Manos y después de un poco más de año y medio en el aire se suspendió. En la última reunión de producción, la gerente del área pidió que no preparásemos comidas con nombres extranjeros. Claro, era el año 2001 y confieso que nunca avisé el desastre que nos esperaba, sin embargo en su momento me negué. Solo recuerdo que mi respuesta fue palabras más, palabras menos: «entonces no podremos preparar espaguetti, pizza, tabule, chop suey, sandwich, paella, shawarma, pan, queso por solo mencionar algunos ejemplos».

Lo grave de esto es que la gran fortaleza y definición  de nuestra mesa están en su diversidad. Acaso el señor Rivas no sabe que la hallaca, por ejemplo, incluye  vino, aceitunas, pasas y alcaparras entre sus ingredientes. Que la torta negra lleva frutillas confitadas, almendras y nueces, que el pan que comemos a diario se hace con harina de trigo al igual que la pasta (Venezuela es el segundo país consumidor de pasta en el planeta con un consumo per cápita de 13kg aproximadamente).

Mi impresión es que fue una respuesta para justificar la falta de dólares, donde pagaron las más pendejas: las papas fritas de Mc Donalds.  No me gusta su propuesta gastronómica – salvo los helados y las papas fritas cuando están calientes -, pero que a mi no me agrade algo no quiere decir que tenga que irrespetar el gusto de a quien sí. Y justo ahí está parte del problema del gobierno, más allá de no admitir que no hay divisas, que estamos quebrados y que hemos llegado al punto de no tener ni con qué pagar una simples papas en una cadena de comida rápida, lo quiere hacer ver es que ahora sí comeremos «venezolano», que no hay que «ponerle nombres extranjeros» a nuestros platos.

Por cierto, esta empresa se sirve de productores nacionales para la elaboración de sus platos.  Por ejemplo, le compra el pan a Bimbo, el queso a Paisa, los vegetales a Kelly, las carnes a Karnicos, los aderezos de las ensaladas a Orinoquia, por solo mencionar algunos proveedores en una cadena que genera empleos y estimula la producción local.  Pero el caso de las papas es bien conocido, las producen en Canadá y Argentina con una variedad especial solo utilizada por ellos, que da la posibilidad de esas papas largas y enteras con la justa cantidad de almidón para lograr la «crujiencia» que tanto gusta.

Hay mucha información sobre la adaptabilidad de esta empresa en lugares como la India donde la carne de sus Big Mac es de soya o en Argentina ofrecen vino en los combos. Incluso en Venezuela, hay arepas y cachitos para desayuno. Una cosa es una modificación en el menú por motivos de mercado o ajustados a condiciones culturales o religiosas, y otra muy distinta verse obligados a adaptarse a un discurso económico. Pero conociendo el sentido de la oportunidad rojo-rojito, aprovecharán la coyuntura económica para aplicar otros puntos de su agenda.  El problema es que Mc Donalds para los chavistas/maduristas es símbolo del imperio «mesmo» y una «victoria» fútil de la revolución sobre el capitalismo. Mi Dios, qué mal estamos.

La libertad  en todos los aspectos, incluyendo la económica – que hace mucho no tenemos – también pasa por escoger lo que deseamos comer. La respuesta al fracaso de las políticas económicas de la revolución no puede ser que comamos yuca. El tema es que tampoco producimos enteramente lo que comemos, las caraotas, el trigo y el sorgo vienen de Argentina, la carne de Nicaragua y Brasil, la leche de Suiza o Nueva Zelanda, el café de centroamérica y Brasil,  ni siquiera el maíz de las arepas se cosecha aquí, en una lista que se extendería hasta el infinito.

Pero el gobierno tiene tiempo en eso, y parte del modelarnos a su imagen y semejanza pasa por obligarnos a comer lo que ellos quieren. La humillación y el quiebre de nuestra voluntad y dignidad comienza en los pequeños detalles, desde el jabón para bañarse, el champú y pasa también por las viandas. El mensaje es claro «yo decido lo que tú comes. Y te la calas».  Doblemente peligroso.

Ahora solo pago por ver si la producción de yuca alcanza. Aunque no tengo números en la mano, apenas da para suplir las necesidades del mercado interno. Pero en tiempos de revolución  ya nada debería sorprender. En verdad, creo que es otro trapo rojo para distraernos  y que las medidas económicas que están por anunciarse pasen agachadas.  Lo peor es que pisamos ese peine. Las palabras «mc Donalds», «yuca», «dante» son trendding topic en Twitter. Parece que en este país nadie aprende y a este paso hasta el 2050.

Vanessa Rolfini Arteaga
Vanessa Rolfini Arteaga
Comunicadora social y cocinera venezolana dedicada al periodismo gastronómico. Egresada de la UCAB con estudios de especialización en la Universidad Complutense, de crítica gastronómica en The Foodie Studies y entrenamiento sensorial en la Escuela de Catadores de Madrid. Actualmente, redactora en Sommelier y columnista del diario Correo de Perú. Conductora de rutas gastronómicas y editora de guías. Experta catadora de chocolates.
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