En junio de 2016 asistí por primera vez a la cena encuentro que desde hace algunos años organiza el Comune (Alcaldía) de Valmadrera, Lombardía, Italia, durante el tradicional mes de ayuno «El Ramadán» que realizan quienes profesan la religión musulmana. Es un evento abierto y gratuito a toda la comunidad musulmana y personal fijo y voluntarios que trabajan para dicho comune, con el propósito de generar espacios de integración.
La totalidad de los platos que se sirven lo realizan un grupo de voluntarias entre las mismas mujeres que asisten a dicho encuentro. El año pasado llegué hasta ahí por el curso de italiano que realicé por el Comune; era la única latina y católica que cursaba italiano, el resto de mis compañeras eran todas musulmanas provenientes principalmente de Marruecos, Senegal y Costa de Marfil. Me invitaron y acepté gustosamente a participar y colaborar con la elaboración de algún plato salado o dulce. Participé con una torta de zanahoria y frutos secos y un pastel de atún y colaboré con el personal del Comune en los arreglos de las mesas para la cena.
Este 2017 fuimos invitadas igualmente quienes participamos el año pasado. Yo decidí incorporar nuestra tradicional arepa venezolana. Preparé cuarenta arepas rellenas de queso pecorino rallado, las cuales tuvieron muy buena acogida. En virtud de la grata y positiva experiencia que tuve con la preparación de las arepas para la cena prorecaudación de fondos, realizada en septiembre de 2016, decidí incorporarla para esta actividad.
Lo bueno se repite, y así fue. Las cuarenta arepas gustaron y algunas de las presentes me preguntaron cómo se prepara la arepa y dónde podían adquirir la harina. Lo cual me llena de satisfacción: que nuestra tradicional arepa sea conocida y preparada por personas de otras culturas y costumbres.
Este año probé un plato salado y uno dulce que en el 2016 no tuve oportunidad de probar y me gustaría destacar. El salado, es una entrada, se llama «Briouat» similares a los conocidos rollitos primavera. Crocante, crujiente, relleno de verduras y puede contener carne, pollo, o pescado.
Es en forma de rollito o también pueden hacerse como triángulo. Para la masa utilizan la pasta filo o brick e incorpora como principales ingredientes para el relleno: cebolla, menta o yerbabuena, comino, curry, sal, pimienta, y la proteína seleccionada. En este caso, eran de pescado. También los elaboran dulce, a base de almendra y miel.
El plato dulce que degusté se llama «Shebbakiyya» en árabe, también conocido como Chebakia, es uno de los principales dulces tipicos marroquies y muy consumido durante el mes islámico del Ramadán por su alto poder nutritivo y calórico. Su textura es crocante y los sabores que predominan son la miel y el ajonjolí, dos de los ingredientes fundamentales con los que se elabora.
Como ingredientes incluye: harina, almendras, anís,canela, azafrán, agua de azahar, vinagre y miel. Se elabora una pasta y luego se hacen tiras con la masa y se unen entre sí formando una especie de «enrejada» que es precisamente de donde proviene el nombre de este dulce. Se recubren de ajonjolí y se fríen.
Ambos platos me gustaron, son crujientes, de sabor fuerte, un tanto calóricos y pesados por ser fritos, pero que se comen comúnmente durante este mes intenso de ayuno.
En el evento de este año asistieron alrededor de setenta personas, un poco más que el anterior. En esta oportunidad, además de mi colaboración voluntaria en preparar las arepas, acompañé a una de las organizadoras de la actividad a buscar los diferentes platos que se iban a servir esa noche, en las respectivas casas de cada una de las voluntarias.
A llegar al lugar de la cena, ya todas las asistentes estaban dispuestas en las mesas; senegaleses de una parte, marroquíes de otra, igual con las de Costa de Marfil. Cada una hablando en su idioma. Yo ya no tuve puesto donde sentarme, al igual que varias empleadas del Comune y comimos de pie. Observaba en la distancia, con respeto, pero sorprendida, la poca integración de las asistentes. Las sillas es un detalle logístico a tomar en cuenta por los organizadores para futuros eventos; a mi juicio, lo principal es que se comparte e intercambia poco y aquí valdría la pena preguntarse cómo ingeniárselas para que no se repita, cuando el propósito del evento es compartir e intercambiar y cuando la totalidad de las asistentes han sido alumnas del curso de italiano.
¿ Barreras culturales? ¿Idiomáticas? ¿Resistencia a hablar en la nueva lengua que se aprende? ¿Timidez? ¿Desinterés? Sin ánimos de hacer juicios de valor, y con el espíritu de hacer una crítica constructiva, en el evento del año anterior, igualmente cada grupo estaba con sus connacionales y solo compartían entre ellos, pensé que en esta oportunidad, sería distinto, pero no fue así. Sea cual sea la razón vale destacar que valdría replantearse la dinámica y mecánica del evento para propiciar un mayor acercamiento e intercambio entre las asistentes. Pese a esto disfruté la comida y me complace haber aportado mi humilde grano de arena para llevar nuestra arepa y hacerla conocer y que tenga, ojalá, un efecto multiplicador en sus mesas.