Ondea la bandera de los mejores
Triple play: esta bolsita contiene una combinación de platanitos, chicharrón y papitas. Solo la venden cuando el Caracas es home club
«Al estadio además de ver el juego uno viene a comer y a beber», con esta afirmación inició la incursión en el estadio universitario mi amiga Elsa Pilato, quien es fanática de los gloriosos Leones del Caracas.
Sin lugar a dudas, en el estudio se come de todo, apenas uno pasa los torniquetes el olor a hamburguesas, perros calientes, choripanes, parrillas y arepas, hace imposible sentarse sin comer una «cosita» para hacer estómago. En mi caso hacía mucho que no me comía una buena reina pepiada, que por cierto estaba mundial, acompañada de una cerveza.
Confieso que me decidí rápido por la arepa, porque la llevaba en la mente desde que salí de mi casa porque de lo contrario hubiese sido una difícil decisión.
Elsa y yo asistimos a un juego de Leones del Caracas contra los Cardenales de Lara, entonces como Caracas era home club solo vendían cerveza regional, que me pareció terrible, porque estaba desabrida y caliente, entonces a cuenta de qué obligan a los fanáticos a beber lo que a ellos les da la gana y además de terrible calidad. Con el corazón en el mano, juro que extrañé mis soleritas. Dadas las circunstancias, al muchacho de las cervezas le bastaba solo una seña para enviar las birras de dos en dos hasta el último inning, cerramos cuentas contando la cantidad de vasos vacios.
La desventanja de beber tanta cerveza en el estadio es que con una frecuencia de cada tres innings dan ganas de ir al baño, entonces hay que sortear un montón de obstáculos entre pedirle a la gente que se levante de su asiento, los tipos de la cerveza, los vendedores y la gente que tiene la misma necesidad que uno.
Antes cuando el Caracas pegaba un hit o anotaba una carrera, la gente enardecida tiraba lo que tuviera a la mano, incluida las cervezas. Jamás olvidaré un Caracas-Magallanes, que además me tocó estar del lado del Magallanes, que llegué a mi casa empapada. Pero ahora eso ha cambiado mucho, incluso por los altavoces alertan que quien haga eso lo penalizan con multas en unidades tributarias o su equivalente en horas de servicio comunitario. Lamentablemente esa mala costumbre no ha desaparecido por completo.
Sin embargo, cuando uno se sienta es cuando comienza a pasar comida de todo tipo. Tequeños, maní, pistacho, papitas, pizzas, sandwichs, es increíble la cantidad de comida y que circula entre los espectadores del juego, incluso en el área VIP se puede pedir hasta servicio de whiskey.
Lo cierto, es que lo pasamos muy bien, además esa noche ganaron los Leones, así que la alegría fue doble. Si van al estadio vayan con hambre, con dinero en el bolsillo y con ganas de comer y beber porque el objetivo es fácil de alcanzar. Solo me quedé con ganas de comerme una parrillita de esas que dicen que son de carne perro. Otra vez será!
En el toldo dice» demasiado bueno», allí venden hamburquesas, perros calientes y choripan
Misanplas para perros y choripán
Estos tequeños los pasan a cada rato cuando uno está sentado pero son infames. Los buenos son los de la marca Tequechongo rellenos de queso Paisa, que pasan de vez en cuando y que se acaban en un momentico.
Estas dos amigas se fajan a hacer arepas pero no pichirriaron la sonrisa para la foto
Este señor estaba cerquita de nosotras, se comía con gusto un pepito relleno de carne asada y queso fundido. No estoy segura del aspecto, pero a juzgar por el entusiasmo con que se lo comían no dudaría que sabía muy bien.
No hay como ir al estadio de beisbol, es una experiencia que todo fanático debe tener. Y los no fanáticos también porque se disfruta un mundo. Arriba los Leones!!!!!!!!!!!
Así me gusta, disfrutando lo nuestro nuestro!!!