En el mercado de Conejero siempre me hace gracia como los vendedores de jugo, colocan en exhibición una fila de licuadoras limpias y relucientes cuyos vasos de vidrio llenan con trozos de frutas, supongo que insinúandole al cerebro de cualquier curioso, una simple verdad: «si hay jugo de fruta» o simplemente que sí es de fruta y además está hecho al momento.
Justo al frente de la empanadera La Catira, inspiración del best seller «código empanada», se ubica Perucho, un puesto que hace esquina, limpio y atendido por margariteños amables (que salvo excepciones es una redundancia). Allí me llamó a atención un vaso lleno de ciruelas de huesito, me parecía increíble lograr néctar de una fruta cuyo 80% es una semilla, que le da honor a su nombre. Me parecía lo más cercano a la versión sarcástica falconiana de «un batido de dato sin pepitas». Igual me decidí a preguntar, y resulta que sí, de eso se trababa, por lo que no dudé en pedir mi jugo con más curiosidad que sed.
A continuación comparto mis «notas de cata»:
A la vista: Amarillo brillante, parece parchita, pero con destellos naranja, uniforme y limpio.
En nariz: una bomba de fruta que transporta a la infancia, un olor dulzón e inigualable característico de la fruta, con un inexplicable dejo a miel y flores.
En boca: fresco, muy fresco. A pesar de ser un granizado, es ligeramente astringente, llena la boca y tiene un largo final cuyo sabor permanece, se termina teniendo la sensación que se han comido por lo menos dos bolsas de papel marrón llenas de ciruelas.
Armonía: con empanada de cualquier relleno, en especial de cazón o pepitonas. También va bien con arepas o simplemente cuando se desea una bebida que calme la sed causada por el sol y calor inclementes del Caribe.
Según el propio Perucho, agobiado por mi insistencia, para hacer el jugo meten las ciruelas en una bolsa, la cierran bien y las estripan con la mano, hasta que logran separar las semillas de la delgada pulpa, luego cuelan aquello y es la base para el jugo, al que solo agregan mucho hielo y azúcar al gusto. Es decir, esta es la versión margariteña de la expresión «trabajo de chinos».
Así que incluyan este manjar en su «lista golosa» cuando se den una vuelta por la isla.
Querida Vanessa: Hasta donde yo sé, eso no es ciruela de huesito sino jobo, muy parecido en su forma pero amarillo y bastante más ácido y astringente. En las cercanías de Puerto Cumarebo, en temporada, lo venden por la carretera. Es una de mis adicciones en el Mercado Los Conejeros.
Juan, de cierta manera tienes razón, pensé lo mismo pero te aseguro que es ciruela de huesito, al punto que la temporada de jobito comienza en margarita el mes que viene. Hoy regresé al mercado, pregunté y repregunté, es ciruela de huesito, además que el sabor es inconfundible. Cuando empiece el jobito, prometo que escribiré al respecto. abrazos para ti