¿Compramos chocolate por el diseño del empaque? ¿Nos dejamos llevar por eso? Posiblemente sí. La primera impresión cuenta, es lo primero que hala el ojo y termina influyendo en nuestra decisión de compra. Este es el tema del #martesdechocolate.
Esta caja de Chocolate Amatller me la trajo mi amiga Tania Aguilar de un viaje que hizo el año pasado, en su paso por Barcelona, vio esta caja y se acordó de mi. La presentación es preciosa, además que no han dejado un solo detalle sin considerar.
La caja con alusiones al art nouveau es estupenda y contiene: dos tabletas de chocolate oscuro, una con cacao de Ghana al 70% y otra con cacao ecuatoriano al 70%. Luego una tableta con chocolate con leche al 32% con vainilla natural y una hermosa caja de metal con bombones rellenos de confitura de naranja.
Chocolate por diseño, ¿Es suficiente?
Dice que ha sido fundada en 1797, es decir, puede ostentar más de dos siglos de tradición que no es poca cosa y se nota, porque son chocolates golosos, incluso en un porcentaje de cacao relativamente alto como 70% es dulce. El de cacao ecuatoriano, luce algo opaco por fuera, debería aguantar un poco más, pero es cremoso, bastante dulce y mi paladar dice a gritos que tiene vainilla. Es un chocolate “fácil” de comer, sabroso, le falta un poco de refinamiento, que esté a la altura de la presentación.
También probé los bombones, el chocolate se opacó y la cubierta está gruesa, pero en boca funcionan bien, porque el chocolate, aunque se fractura (nada bueno para el caso de bombones), se derrite y el relleno está muy bueno.
La presentación es un punto de honor en los chocolates, nos guste o no, el empaque sí importa, porque si bien muchos los compramos para nuestro consumo, también es un regalo, una manera de agradar, consentir y alegrar. Solo dos peticiones: a los chocolateros que el chocolate esté a la altura del diseño y a los consumidores, que superemos la apariencias y busquemos un poco más de información.