Basta con observar la barra de cualquier panadería entre las 7 y las 10 de la mañana, para apreciar quien manda en el desayuno. Así se luce: masa suave, cubierta ligeramente crujiente y dulce, relleno generoso que ha evolucionado de sobrantes de jamón hasta queso tipo paisa o crema, de forma recta y entorchada. ¿Qué más? Se trata del famoso y tan popular “cachito”.
Su gusto está por encima de la moda y el boom gastronómico, a nadie le interesa su procedencia o cuál clase social lo consume más. Si hay un plato venezolano, además de las arepas y las empanadas, que se consume a diario por su sabor y bajo costo, sin importar el nivel económico, de educación o credo religioso. Simplemente, es sabroso, a todos les gusta y se puede adquirir desde los lugares más humildes hasta las pastelerías más finas y encumbradas.
Su formato práctico, no exige una temperatura específica para su consumo, fácil de transportar y todos tienen una opinión sobre él, su lugar preferido para consumirlo y no hay pueblo de Venezuela donde esté ausente en el desayuno. De procedencia incierta, lo cierto es que el cachito es tan venezolano como los símbolos patrios, solo que aún no nos hemos percatado de ello.
Receta de padres inciertos
Aunque por su nombre da la impresión que es primo hermano del crossaint francés o de las medias lunas argentinas, muestra poca similitudes con ellos, más allá de ser centro de un rico desayuno. Ni siquiera su forma guarda relación con su nombre, porque ahora es una masa entorchada de forma recta, de textura suave y esponjonsa, ligeramente dulzona y relleno de jamón, que según los entendidos el que le va mejor es el de toque ahumado.
El pastelero Juan Carlos Bruzual, director del IEPAN, asegura que lo más cercano a un cachito con lo que se ha topado es una pieza de bollería húngara. Pero resulta que el chachito es un pan relleno, aunque de aparente inspiración extranjera no se parece a nada de lo que se puede encontrar en otro punto del globo terráqueo.
Elaborado con la misma masa que se hace el pan sobado, hasta su manera de armarlo se parece más a la de un tequeño que el típico triángulo que da pie al crossaint. Sin embargo, Rafael Cartay en su libro El Pan Nuestro de Cada Día (Fundación Bigott 1995), afirma que los primeros crossaint que se conocieron en Venezuela procedían de la panadería de Ramella en Caracas en 1898, con esto da pistas de lo que pudo ser la inserción de este tipo de platillos en nuestro acervo culinario.
A finales del siglo XIX, Ramella trajo de tierras galas a un pastelero y para su promoción versaba “no hay diferencia entre el que usa la gente chic de París en el desayuno y el que se elabora en ella a las 6 y media a.m.” El espíritu el cachito se conserva aún intacto, aunque la receta actual nada se parece a la original.
Sin embargo, el panadero Juan Carlos Bruzual, afirma que “es un invento de los panaderos para alargar el éxito del pan de jamón durante todo el año”. Pero a quién le importa su origen, si ahora brilla con luz propia, y ha evolucionado a tal punto que ahora los hornean hasta en versión ligera.
Texto de mi autoría publicado por la revista Bienmesabe del mes de septiembre en la sección «Así somos Con gusto»