Cómo obviar lo que a diario nos incumbe o involucra. Cómo desviar la mirada como si nada sucediera. Cómo evadir lo que a diario nos revuelve la vida y nos toca las tripas, respondiendo con una sonrisa, sin reaccionar. Complicado.
Comienzo este post con una confesión de mea culpa, porque durante meses he guardado silencio sobre la escasez, la comida podrida, la calidad de lo que comemos o bebemos, la falta de divisas, el hambre, la mala alimentación, la inflación, el costo de los servicios y quién sabe cuantas cosas más, que todos los días afecta a quienes vivimos en Venezuela.
Entiendo que es difícil abordar o tomar posición sobre temas que pasan por el matiz político, como todo en este país, sin correr el riesgo a ser etiquetado con un color, una tendencia o hasta la locura, al punto de tornarse incómodo. Pero no puedo entender cómo a diario leo miles de palabras y nadie, absolutamente nadie, involucrado en el mundo gastronómico hace referencia a eso. Me refiero a cocineros, sommeliers, importadores, periodistas, blogueros, sibaritas, fotógrafos, diseñadores, productores, relacionistas públicos, comerciantes, inversionistas con acceso a medios de comunicación, emisores de mensajes sobre lo que nos llevamos a la boca, que cuentan con un universo de lectores efímeros o fieles, sobre los que causan un efecto.
No digo – para evitar malos entendidos -, que hay tomar las banderas de las miserias alimentarias nacionales y hacerlas nuestras, pero el otro extremo tampoco es sano. Incluso raya en lo irresponsable. Quien nos lee o escucha pensará que Venezuela es un país que camina sin contratiempos, donde los anaqueles están a reventar de todo tipo de delicias, aunque en voz baja son constantes la quejas sobre lo difícil de la situación económica, la falta de dólares, la baja inversión.
En mi caso, sí me gustaría saber, por ejemplo, cómo hacen los restaurantes para obtener los ingredientes y sortear la escasez, a qué medios tienen que recurrir los productores e importadoras de licores y víveres para mantenerse a flote, al punto de no quebrar. Cómo se resuelve en el día a día el tema de la alimentación en la mesa de la gente común. Por ejempo, a diferencia de otros años, en 2010 son cada vez más escasos los lanzamientos, eventos y aperturas, ¿acaso no es síntoma de que algo no está bien? Nadie está a salvo y quien crea lo contrario, puede llevarse la mayor de las sorpresas.
Afirmo con toda la responsabilidad del caso, que al asumir la tarea de comununicar un tema tan importante como la alimentación, no podemos seguir considerando una sola porción de la realidad. Comemos tres veces al día, es parte de nuestra vida y no todo se limita a restaurantes y botellas de licor, que en la mayoría de los casos cada vez menos personas pueden adquirir. Posiblemente, se trate de un mecanismo de evasión. Indudablemente es más sabroso y sencillo escribir de vinos, armonías, restaurantes e ingredientes que nos conectan con el placer y los sueños. Pero, qué pasa con el resto de lo que sucede, que es un universo más grande y que cada vez nos va cercando más y más.
Una de las cosas que más me gusta de la fuente gastronómica, es que a diario me conecta con gente fantástica, soñadora, emprendedora y terca en no dejarse vencer por un Estado diseñado para quebrar las iniciativas y esperanzas. Eso me llena de inspiración, de ánimo, de la ilusión que esto también pasará y saldremos fortalecidos, ganando una visión envidiable de nuestras capacidades y recursos.
Para construir y concretar ese mundo maravilloso, es imperativo ensuciarse, reflexionar, participar, educar, dar alternativas. Sin dejar de divulgar lo que tanto nos gusta, pero a mi parecer no podemos continuar encerrados en una pompa de jabón, que por lo demás, cada vez se torna más frágil y estrecha. Solo es cuestión de tiempo para que reviente.
Creo que la impresión de que "Venezuela es un país que camina sin contratiempos, donde los anaqueles están a reventar de todo tipo de delicias, aunque en voz baja son constantes la quejas sobre lo difícil de la situación económica, la falta de dólares, la baja inversión." no sólo es un tema gastronómico, me parece que si subes un cerro y ves como las antenas de cable, las televisoras planas, los blackberries y las tetas operadas, conviven con la desnutrición y la falta de opciones culturales en la misma casa; o si caminas por los mercados de Venezuela cercados por la insalubridad y la inseguridad, te darás cuenta que vivimos en un país de contradicciones, rentista y sobre todo indolente. Nuestra tarea como comunicadores, creadores y artistas es la de crear sensibilidad hacia la producción de medios que nos permeen de posibilidades culturales, que nos liberen de trabas alienantes y nos ayuden a rescatar la identidad que nos une como nación.Seguir investigando en nuestras raíces, publicando los esfuerzos por ampliar el cerco y convocando a otros seres sensibles de todos los sectores y regiones del país es la clave.Muchas gracias por tu granito de arena. Diana Arocha