Desde que recuerdo celebro la Pascua, tal vez eso se debe más a mis raíces italianas que a mi formación católica, lo cierto es que me gusta gusta celebrar este acontecimiento lleno de alegría. Hace algunos días me topé con la foto donde tengo aproximadamente tres o cuatro años, frente a un inmenso huevo de chocolate, de casi mi estatura. Esa foto me conectó tal vez con uno de los recuerdos más lindos de mi infancia. El huevo en cuestión se lo ganaron mis padres – estoy segura que quien llenó el ticket fue mi mamá quien es increíblemente sortaria – en un sorteo que se hizo en el Club Italiana de Coro.
Lo cierto es que ese huevo era enteramente de chocolate, recuerdo con nitidez el brillo de ese lazo amarillo inmenso y la sensación que durante semanas habían trozos de chocolate esparcidos por toda la casa. Pero además el huevo contenía una sorpresa, tal como acostumbran los italianos cuyos huevos de chocolate suelen contener algún regalo. En este caso se trata de un peluche rosado, muy felpudo, el cual tuve en mi cuarto por muchos años.
Hoy acompañé a mi mamá a la Praline, donde como era de esperarse habían cientos de huevos de chocolates de todos los tamaños, colores y presentaciones. Había un huevo de Pascua inmenso, de las mismas dimensiones del de mi infancia. En este caso, te dan un formulario para que adivines el peso aproximado del huevo de Pascua gigante, y el premio a la respuesta ganadora es el peso que registre pero en bombones. Pregunté si era hueco y el chocolatier me respondió que eso es parte de la adivinanza, pero me dijo que quienes suelen rellenarlos con sorpresas son los italianos, así que supongo que es hueco.
Por cierto, vale la pena acercarse a La Praline, los huevos no son costosos, están bellamente presentados, y por supuesto son exquisitos. Ah!!! como me he portado bien, mi mamá me regaló un huevo de chocolate que tiene dibujada una carita feliz ….
FELICES PASCUAS PARA TODOS!