El chef coreano Giho Yim alimenta el alma, luego en consecuencia, alimenta el cuerpo. La escogencia de ingredientes no obedece a los conceptos occidentales donde cada nutriente se ocupará de dar energía, crecimiento o restablecer lo gastado. No. Las selecciones hechas por este cocinero apuntan a dar alegría, disipar la tristeza, reestablecer la fe, sustentar la fortaleza espiritual y luego como algo lógico le dará al cuerpo lo necesario para funcionar.
«Técnicas clásicas y productos», título con el que se anunció la presentación de Giho Yim, un experto conocedor las tradiciones culinarias coreanas, en la X edición de Madrid Fusión. Sin embargo, al escuchar su discurso se abren nuevos conceptos a la alimentación en sí misma. No se trata de darle de comer al cuerpo, para lograr saciar el hambre y otras necesidades, sino todo lo contrario. Al combinar los ingredientes busca la armonía energética más allá de los sabores, al punto que recomienda comerlos enteros, inclusives conchas y cáscaras, porque de este modo se obtiene a plenitud todo lo que el alimento ofrece.
Visualmente, sus platos reproducen escenas de la naturaleza – una tendencia que lleva tiempo con fuerza entre fogones -, pero Giho Yim busca plasmar recuerdos, sueños, añoranzas, momentos específicos. Echa mano de ingredientes casi imposibles, como rocas, moho, musgo, hierbas, hojas secas, da la sensación que en cualquier momento atrapará el viento y lo colocará en el plato. Finalmente, logra presentaciones hermosísimas, armónicas al ojo, parece imposible que algo así sacie el hambre o se pueda comer. Lo importante es «la energía de los pensamientos positivos, purificarse»
Honestamente, me encantaría probar sus platillos, esa salsa de hojas secas que tenía tan buen aspecto o esos fideos hechos con musgos que parecían flotar. Un concepto muy interesante, incluso etéreo, considerando ponencias realizadas por otros chefs coreanos en Madrid Fusión. Afinando la vista, no se distancia de muchos hábitos occidentales como tomar sopita de pollo cuando queremos sentirnos reconfortados o combatir con chocolate la depresión. Los coreanos más depurados, hilan mucho más fino y lo implementan con más conciencia.