Las palabras son conjuros muy poderosos, por eso hay que ser impecable con lo que se dice y mucho más con las acciones que generan. Hace un par de días el chef venezolano Sumito Estévez publicó un tuit sobre los perros callejeros en la isla de Margarita, que por cierto sí son un problema de salud pública sobre el que el Estado hace muy poco o nada. Lo cierto es que un tuit desató el pandemómium.
Si el tuit de Estévez fue acertado o no, que si lo dijo de la manera indicada, no es parte de este texto, porque creo fielmente en la libertad de expresión. Lamentablemente, aquí entra al ruedo el tema «país», donde cualquier argumentación queda anulada por el insulto.
Sí, parece que el verdadero legado del comandante se instaló en nuestra sociedad, hemos sustituido las palabras conversar, dialogar, disentir, debatir, argumentar, discutir, deliberar, disputar, litigar, contraponer, contrastar, cotejar, es decir, cualquier acción que implique el tratar en un ámbito de respeto ideas u opiniones, por acciones como insultar, acribillar, vilipendiar, humillar, despreciar, agredir, maltratar, lastimar y ofender.
¿Qué nos pasó? Además del rosario de tuits lamentables e irracionales, están quienes apoyan el espectáculo desde la barrera. Me tomo la libertad de copiar del muro del Facebook del chef Tomás Fernández – quien públicamente apoya a Estévez -, algunos comentarios hechos por sus seguidores o amigos (errores ortográficos incluídos): “pa bocones estamos cansados”; “Que lo linchen”; “Desde que se invento el twitter y el facebook todo el mundo es erudito”; “el que se la pasa todo el dia metido en las redes sociales (y hay dias que yo misma peco en exceso) definitivamente es porque no tiene oficio”; “creo que le paso por jeton”; “Se le salió la clase. NO es tan bueno como la gente cree”; “que uno elige que tan público queremos que sea nuestra vida y nuestros comentarios, si nos exponemos tanto es muy normal encontrar adversores de nuestras opiniones y acciones y debemos cargar con la consecuencias”; “Me parace burdo lo que hizo. Que pena, pero recibe lo que da».
¡Vaya! … a Sumito solo faltó que lo llamaran «golpista» y «cachorro del imperio».
Por ahí alguien me dijo, es que hay mucha rabia contenida en el ambiente. Entonces, podría ser más productivo que salgan a la calle y protesten, que se careen con los paupérrimos gobernantes. Lo que pasa es que en esos casos hay consecuencias, donde seguramente tocará tragar «gas del bueno». Pero hacer catarsis insultando a un cocinero por redes no tiene consecuencias.
Por algunos comentarios y tuits entiendo que insultar está bien, que alguien reciba un abucheo público por expresar cualquier idea parece que no tiene nada de malo. ¡Pero por Dios, si hasta parece que lo merece y todo! Honestamente, cuanta pobreza de espíritu. Da dolor la situación porque es un resquicio de lo que vivimos a diario. Ni que se vayan los chavistas del poder, el mal ya está hecho. Estamos podridos.
A Sumito Estévez mi apoyo público y privado, un colega y amigo apreciado y respetado.
Lamento que a un compatriota que ha hecho tanto por esta tierra se le trate de esta manera. Se puede o no estar de acuerdo con su línea profesional, pero es innegable su trabajo, la cantidad de gente que se ha servido del camino abierto por él. Cuando se está fuera de Venezuela en ámbitos gastronómicos, Sumito siempre es una buena noticia, un venezolano del que se escucha hablar con respeto. Para quienes desconocen su trabajo, les dejo este link con la postulación que lo llevó a ganar el Gran Tenedor de Oro: CLIQUEE AQUÍ.
Por lo pronto, ojalá todos aprendamos la lección. Dadas las circunstancias, me temo que Sumito recitará como un mantra: «entre más conozco a la gente, más quiero a mi perro».
Impecable la defensa que hace mi colega Vanessa Rolfini del «cayapeado» Sumito Estévez. Pero ustedes no se han puesto a pensar que todas esas personas que insultaron a Sumito ¿son unos tristes y universales desconocidos? Después analicé: A mi qué carrizos me importa la opinión de esos tuiteros acerca de lo que dijo Sumito. Ellos no forman opinión así que lo escrito por ellos no tiene ninguna importancia, es más no existen. Unos cuantos pendejos desconocidos no van a malograr, por usar un térnimo aunque no sea el adecuado, la trayectoria profesional de un chef de alta talla como Sumito. Y es cierto lo que dice Vanessa al comienzo de su intachable texto, la súperpoblación canina en la isla de Margarita es un problema sanitario y ambiental de las autoridades regionales, y que quede claro soy defensor de los animales a ultranza. Sumito vuelve abrir tus redes y sigue con tu trabajo pedagógico y con tus buenos oficios en los fogones. No le pares.
No he leído el comentario de Sumito sobre los perros, pero me imagino que, sería sobre la cantidad de animales degenerados y sarnosos que pululan por la isla, contaminando e infectando a niños y adultos. En vez de insultar, deberían dedicarse a cuidar a los pobres animales y obligar al gobernador a hacer una campaña de esterilización, porque si no, cada día va a ser peor el poblema y se van a degenerar mas y se ven muchos que, están sufriendo. Soy incapaz de hacer daño a un animal, pero la salud de los niños me preocupa mas, hay algunos que están tan mal, que estarían mejor muertos, no como aquella vez que, aparecieron en La Caracola, aquello fué cruel y atroz. Lo de los insultos, es el legado a su gente ignorante.
Buena critica. Sin embargo considero de desconocido o estrella universal cualquier persona merece respeto y la forma de debatir o mostrar desagrado por un comentario, no es insultando. Yo veo muchos comentarios En la redes sociales de venezolanos dentro y fuera de Venezuela y me da tristeza aver tanta agresion, muchas veces en cosas insignicantes que no requieren enfrentamiento. La sociedad venezolana aparte de estar pasando por una crisis económica, alimentaria o política, vivimos una gran crisis de valores. Tomará mucho tiempo y esfuerzo para que podamos recuperar el tejido social que se ha destruido.