Conmovida! Es la primera palabra que aparece en mi cabeza para resumir mi reciente visita al estado Mérida. Un viaje exploratorio recolectando información para los textos de una edición especial. Lo cierto, es que con la ayuda de los cocineros Diana Garrido y Antonio Gámez, Mérida se mostró ante mis sentidos. Me faltaron días, siento que solo arañé sobre la superficie.
Un estado donde paulatinamente la producción de productos orgánicos ha ganado terreno. Lleno de sorpresas, cada ricón, cada esquina alberga una maravilla, una historia. Me impresionó la calidad de los alimentos, y la filosofía de vida y de trabajo de los productores.
Comí maravillosamente, desde pastelitos de todos los tipos, clases y rellenos, pasando por jugos, vitaminas, frutas frescas, quesos, conservas, café azul, panes rellenos de queso, helados hasta la carnes y los embutidos.
En los próximos meses, iré develando las inspiradoras historias de vida y de país. Sí, Mérida está para comérsela, ojalá que los turistas la traten con respeto, los gobernantes con visión y consideración y los propios merideños con la conciencia de la maravilla de la que forman parte.
Fotos: Todas pertenecientes al mercado de Soto Rosa.