Atardecer patagónico, durante un paseo fotográfico por la Bodega Universo Astral
Comienzo mis relatos de mi viaje a Argentina por la Patagonia, porque no puedo ocultar que quedé cautivada. Un lugar aparentemente alejado del resto del mundo, el solo nombre evoca un lugar lejano, de fábula, que exige una larga travesía para conocerlo, lo cual no deja de ser una verdad a medias. La extracción de petróleo y la producción de frutas son sus principales actividades económicas, pero el vino aunque siempre ha estado ligado a su historia, ha visto su renacer como industria en los últimos años.
A diferencia de otras regiones de Argentina, aún son pocas las bodegas de la zona, pero trabajan con estándares de calidad para quitarse el sombrero, apoyadas en la mayoría de los casos en los avances tecnológicos más recientes. Durante dos días visitamos Bodegas del Fin del Mundo, NQN, Schroeder, Universo Astral ubicadas en San Patricio del Chañar. Luego Humberto Canale, Chacra, Noemia y Del Rio Elorza en la provincia de Rio Negro.
Esta zona por mucho tiempo se caracterizó por su producción de Merlot y Malbec, pero de unos años para acá el Pinot Noir ha tomado fuerza, porque se ha expresado de una manera que tengo la impresión ha sorpendido incluso a los locales. En líneas generales se trata de una tierra desértica, expuesta a heladas tardías y con un viento muy fuerte que tiene sus pro y sus contras, ya que por una parte evita todo tipo de hongos y enfermedades en las vides, pero si es muy fuerte se lleva lo que encuentra a su paso. También se producen otras cepas como, Chardonnay, Sauvignon blanc, Cavernet Sauvignon incluso Torrontés, como el que probamos en Humberto Canale, que después de haber conocido los de la región de Salta, resultó un contraste interesante.
La Patagonia es hermosa, el cielo y el agua tienen un brillo especial, a medida que nos desplazábamos de un lugar a otros nos acompañaban cientos de flores rosadas y blancas pertenecientes a duraznos y ciruelas, ademas de vides y Alamos. Un aspecto interesante es que la mayoría de las bodegas además de bellas – definitivamente un concepto que los argentinos heredaron de los italianos -, cuentan con infraestructura para recibir turistas, en su gran mayoría cuentan con restaurantes, recorridos y como son tan distintas unas de las otras, el paseo puede ser muy entretenido.
Los vinos con los que nos topamos me sorprendieron, me agradaron, con una expresión que habla de un terruño muy definido y que aún no muestra su máximo potencial. En el caso del Pinot Noir se presenta muy especiado pero con un sabor frutal que llena la boca. No niego que me hubiese gustado probar vinos de gamas más bajas o intermedias, para tener una visión más integral.
En cada región de Argentina hubo una cepa, que por un motivo o por otro, me cautivó. El Malbec del Valle de Uco, el Torrontés de Cafayate y el Pinot Noir de la Patagonia. En líneas generales, vinos cuidados, con producciones relativamente pequeñas si se comparan con otros países, pero con una relación precio-valor que dará que hablar a futuro.
Un famoso periodista de vinos de Venezuela me advirtió antes de irme, que no me rindiera al vino argentino con facilidad, que presentara resistencia, que preguntara, dudara, comparara y puedo decir que seguí obedientemente su consejo. Por lo menos los patagónicos, salieron bien parados.
Bodegas del Fin del Mundo. Una de las más grandes de Argentina en San Patricio del Chañar. En 1996 Julio Viola compró 3200 héctareas de las que llevan plantadas 800. En principio era un desierto al que tuvieron que incorporar un sistema de irrigación, tomando el agua del rio Neuquén. En 2002 salieron con su primera cosecha. Sus números son llamativos: 2500 barricas, 220 de tanques de acero inoxidable, 104 piletas de concreto, es decir un total aproximado de 8 millones de litros de producción anual. Su enólogo Marcelo Miras ha sido merecedor de muchos galardones en Argentina y se le considera uno de los mejores. En este caso degustamos 9 etiquetas: Bodegas del Fin del Mundo (espumoso Pinot Noir – Chardonnay), con el mismo nombre Reserva Chardonnay 2008, Postales Robles (Chardonnay 2008 y Cavernet Sauvignon 2008), Newen Pinot Noir 2007, Reserva Pinot Noir 2005, Reserva Malbec 2007, Gran Reserva 2006 y Special Blend 2006.
Paredes de Álamos para contener en alguna medida el fuerte viento patagónico. Es una imagen que se repite en todas partes, ya que protegen no solo a las vides, sino todos los sembradíos frutales como duraznos, manzanas, peras y ciruelas. Esta imagen es en viñedos de Universo Astral. Esta bodega pertenece al Grupo Corpora, de origen chileno. Su enólogo es el francés Pascal Marchan definitivamente le imprime un carácter galo a estos caldos. Fue una de las grandes sorpresas, porque cuando llegamos no vimos prácticamente sus instalaciones, sino que nos invitaron a dar una paseo por un lago con una reserva de aves, todos nos mirábamos la cara, porque aunque muy lindo el paseo no estabamos muy claros en lo que sucedía. Al final la degustación de sus vinos resultó toda una revelación y la actividad al aire libre refrescante y relajante. Allí degustamos 4 etiquetas de la línea Calafate: Sauvignon Blanc 2009 (nada del otro mundo) y tres reserva 2008: Pinto Noir (tan rico que me traje una botella, que por cierto ya me tomé), Malbec y Gran Reserva Malbec.
Bodega Chacra, que apenas produce 47 mil botellas al año. Sus vinos están entre mis favoritos del viaje. Su enólogo el suizo Hans Vinding-Diers es el mismo de Bodega Noemía. Sus primeras etiquetas son del 2005. Solo plantan Pinot Noir y Merlot. Degustamos Barda 2008, Chacra 55, Chacra 32 y Mainqué 2007 (el top de la línea)
Valle Azul, en la región de Rio Negro, donde se ubica Bodega Noemia, un lugar árido, plano, sobrecogedor e intimidante. Plano hasta dónde alcanza la vista, en la casa de los dueños de la bodegas tuvimos unos de los almuerzos más maravillosos del viaje (que fueron muchos). De ese hecho particular escribí en otro post, cuando narro que me sentí tan feliz que hasta se me salieron las lágrimas.
Bodegas NQN, en San Patricio del Chañar. El enólogo extrajo directamente de los tanques de acero inoxidable vino para que probáramos y al probar los ya embotellados tuviéramos la oportunidad de apreciar la evolución de la bebida. En este caso probabamos espumante. Esta bodega pertenece a Luis María Focaccia y su yerno Lucas Nemesio, otra empresa familiar como muchas de las que me topé durante todo el viaje. Degustamos Picada 15 2009 (Chardonnay, Pinot Noir y Sauvignon Blanc), de la línea Malma un 2009 Sauvignon Blanc, Malbec 2009 y 2007, Malbec Reserva 2006, Merlot 2005, y de la Colección NQN Malbec 2006, Blend 2005 y 2006
Bodega Schroeder. Trabaja totalmente por gravedad, eso explica la disponsición escalonada que se aprecia en la imagen. Excelente vinos y una de las atracciones de la bodega es que en el recorrido exhiben fósiles prehistóricos con los que se toparon durante su construcción. Sus vinos, exeptuando los top de su línea, se llaman Saurus en clara alusión a los fósiles. Degustamos: un Chardonnay 2008 (excelente), Pinot Noir 2007 y un reserva de la misma cepa 2007 y otro llamado Saurus Barrel Fermented (un concepto interesante donde se trabajo a este tinto como un blanco y se fermenta en barrica). Luego un Malbec 2007, otro Malbec Barrel Fermented 2007, Cabernet Sauvignon 2007 Select y el Familia Schroeder Pinot Noir-Malbec 2004, por cierto delicioso un vino elegante, untuoso, complejo, algo costoso pero sin desperdicio.
El vino a la izquierda es el Special Blend 2006 de Bodegas del Fin del Mundo.
A la derecha, Verum, en este caso un Pinot Noir 2007, de la bodega Del Rio Elorza, pequeñita, apenas van por su segundo año produciendo su propios vinos, pero su Chardonnay ya ha sido muy bien punteado por Decanter. Gran parte de sus viñedos son destinados a la venta a otras bodegas para vinos de alta gama. Pertenece a la familia que le da nombre a la bodega, Eduardo Del Rio es un abogado retirado que durante muchos años se dedicó a la política. Este pinot noir en particular me encantó, un vino correcto, bien hecho, provocaba tomarlo y tomarlo