“Se exportará cocuy”, resume el anuncio de la Fundación para el Desarollo de la Ciencia y la Tecnología (Fundacite) en su sección Lara. La primera reacción puede ser de mucha alegría, porque finalmente se le hace justicia después de años de ilegalidad y descrédito. ¿Pero es realmente posible llevarlo a otros países bajo sus actuales condiciones legales, fiscales y de producción?

Bien dicen que el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones y en este caso, espero estar equivocada. Se puede comenzar revisando el marco legal bajo el que trabaja el cocuy. Actualmente, salvo una decenas de etiquetas de Pecaya en el estado Falcón, ningún cocuy elaborado enteramente con agave tiene todos los permisos para operar, como registro sanitario y ni decir la banda que coloca el Seniat a las botellas.
Para empezar, la legalización pasa por la redacción, publicación y aplicación del reglamento para la Ley de Impuesto sobre Alcoholes y Especias Alcohólicas aprobada en 2005. Un paso muy importante que fija los lineamientos de produción, tributarios, sanciones y demás aspectos para operar, y que no solo afecta al cocuy sino a todas las bebidas alcohólicas artesanales en Venezuela. Pero van más de diez años de espera y nada.
Actualmente, el cocuy se ciñe a las condiciones de bebidas alcohólicas artesanales que, entre tantas cosas, estipula un mínimo de 1200 litros y un máximo de veinte mil anuales por productor. Lo cual no debería ser un problema, porque un productor promedio, tanto de Lara como Falcón, no llega ni a la mitad del tope. Por lo general, se trabaja con alambiques de doscientos litros, a lo que se suman que el aumento en la demanda ha afectado la disponibilidad de agave, porque lo que se consume supera por mucho lo que se siembra (la poca gente que lo hace), además de la falta de disponibildiad de insumos.
Como me dijo un productor, que me pidió no mencionar su nombre “bajo estas condiciones ni trabajando los siete días de la semana, las veinticuatro horas, cuando mucho se llega a los 500 litros mensuales”. Ahora, hay mucho destilado mezclado con caña que entra en otras consideraciones, pero no es cocuy.
Fundacite afirma que en dos años se exportará cocuy y anunciaron un laboratorio y un centro de acopio en Siquisique, Municipio Urdaneta del estado Lara. Espero que hayan considerado que necesitan desde una norma Convenin, registros sanitarios, mejoras en la vialidad de la zona, pasando por la permisología de exportación dentro y fuera de Venezuela, inserción en otros mercados, entre varios asuntos no menos importantes. No se vaya a repitir el lamentable episodio de las cien cajas de cocuy pecayero, que fueron a parar Bielorusia y que los productores todavía espera les paguen.
Un container de veinte pies admite alrededor de 1100 cajas de 6 botellas de 0.75litros, es decir, 4950 litros. Me gustaría saber, con cuántas marcas de cocuy cubrirán esa cuota y si todos los productores, que por lo general son pequeños y que en la actualidad en Lara no pasan los cincuenta, están dispuestos a recorrer este camino, que incluso para empresas grandes es muy cuesta arriba. Bastaría preguntarles a los productores de ron y cacao para tener una idea.
El cocuy bien elaborado es un aguardiente extraordinario, que se mide tranquilamente con sus homólogos como son el mezcal y la tequila, pero la realidad venezolana minimiza las posibilidades reales de exportación en terminos que beneficien a la bebida, garantizando que se abran en el mundo botellas de calidad. Ojalá los productores no bajen la guardia, porque lo que podría ser una oportunidad, puede convertirse por el cinismo político en la ruina del sector.