La Bodega del Fin de Mundo, es un nombre tremendamente atractivo, engancha la imaginación y la sumerge en una aventura a lo Julio Verne, Lewis Carroll o Philip Pullman, donde llegar es sinónimo de una travesía larga, en una suerte de mundo imaginario plagado de criaturas mágicas y extraordinarias. Seduce la solo idea de un vino producido en un lugar «inhóspito» e imposible.
Pero llegar a San Patricio del Chañar en Neuquén no es tan complicado como parece, una región que se ha caracterizado durante años por la extracción de petróleo y el cultivo de frutas, a lo que ahora se le suma la industria vitivinícola. Esta bodega se asentó en 1996 cuando Julio Viola buscaba desarrollar un proyecto inmobiliario, en un lugar que donde había que llevarlo todo, desde tendido eléctrico, vialidad y agua. Supongo que como una novela de ciencia ficción, todo se encaminó hacia barricas, vides, tanques, botellas, es decir, hacia el placentero y estresante planteta del vino.
En la actualidad es la segunda bodega más grande de Argentina después de Trapiche, con más de 800 hectáreas plantadas, 2500 barricas, 220 tanques de acero inxodable (diversas capacidadades), 104 piletas de concreto, que en la actualidad se traducen en más de 8 millones de litros entre espumantes, blancos, rosados y tintos, distribuidos en 6 líneas: Ventus, Postales Robles, Newen, Reserva, Gran Reserva y Special Blends.
En mi pasado viaje a Argentina tuve la oportunidad de caminar por esta bodega que me impresionó, es la sala de tanques más grande que he visto, cuando creía que ya habiamos completado el recorrido, aparecía más y más, me sentí como en Texas donde todo es de proporciones difíciles de asimilar. Como todas la bodegas en la zona de Neuquén, están diseñadas para combinar actividades turísticas y de producción, así que se puede caminar por sus instalaciones por una pasarela aérea que no interrumpe el trabajo de producción.
De las más de 20 bodegas que visitamos en el recorrido a Argentina, se ecuentra entre las más industrializadas y tecnificadas, aún huele a nuevo. Y no es descabellado, su primera cosecha data del año 2002, es decir, que no lleva ni 10 años produciendo vino.
Su enólogo principal se llama Marcelo Miras, está catalogado entre los mejores del país, incluso asesora otras bodegas. El fue quien nos recibió. Un señor encantador, grande, de sonrisa fácil, didáctico en sus explicaciones y muy paciente, en una degustación que contempló más de 10 etiquetas, bajo el «látigo» de Hugo Sabogal.
Vinos chismosos
Según mis apuntes y afinando la memoria, recuerdo vinos correctos, bien ensamblados, los blancos son muy frescos y los tintos increíblemente frutales. Vinos relativamente fáciles de descifrar, se aprecia si llevan o no barrica, si han permanecido mucho tiempo en contacto con la madera o no. Diría que son vinos chismosos … muy honestos
Ahora, llegan a Venezuela de la mano de Alimentos Fusari, según Gustavo Silva su gerente general, traen 12 etiquetas correspondientes a las líneas Ventus (Sauvignon blanc/chardonnay, Merlot/Malbec/ Cavernet); Postales (Malbec, Malbec/Cavernet, Cavernet, Chardonnay y un rosé Malbec), Reserva (Malbec y Cavernet) y Special Blend (no tengo la información precisa sobre estas etiqueta, pero es su producto top).
Se trata de la segunda bodega proveniente de la Patagonia en nuestros anaqueles, la primera fue Humberto Canale (de la región del Rio Negro) importados por la gente de Alta Cava. Les aseguro que son vinos que sorprenden, nacidos en una zona que apenas empieza a mostrar su potencialidad.