«Willkommen Prinzessin»

Por segundo año se llevó a cabo una degustación de diez etiquetas de vino alemán, organizado por la Cámara de Comercio e Industria Venezolano-Alemana -CAVENAL- de la mano de la princesa del vino Christl Schäfer, titulo que obtuvo en un concurso nacional y en su caso ocupa el puesto de primera finalista. Este tema lo abordé ampliamente el año pasado, cuando casi me paraliza la impresión de ver a una especie de miss, con tiara incluida, dirigir una cata.
Este año mejor organizado, con una convocatoria importante, recorrimos varias regiones a través de sus caldos, que en mi modesta opinión no fueron los mejores representantes de lo que logran hacer los alemanes en materia vitivinícola, considerando que es el país más al norte de Europa y entre los pocos del planeta que logra producir vinos tan al norte.

Alemania es un mercado con un consumo de vino importante, alrededor de 20 litro per capita anual, una cifra alta, si lo comparamos con el 1.5 litros de Venezuela, 14 litros de Chile por mencionar algunos. Para muchos conocedores el mejor vino alemán se queda en Alemania, y es poco lo que sale, pero también son vinos que ameritan dejar de lado los gustos adquiridos, el paladar desarrollado y apreciarlos desde otro espacio.

Un hecho significativo es que la degustación comenzó por los tintos, lo que no pasa casi nunca por esta latitudes, donde siempre se empieza por blancos bien sean tranquilos o espumantes, porque los tintos son fuertes, cosa que con los alemanes es todo lo contrario. Sus tintos son suaves, casi transparentes, efímeros, muy frutales con una permanencia corta en boca. Arrancamos con Grpsslarobacher Osterbeg (pinot noir) 2007 y Schawaigerner Grafenberg Lemberger (esta última palabra señala a los cosecha tardía) 2005.

Luego comenzaron los blancos, ocho etiquetas que se pasearon por las regiones de Franken, Baden, Rheinhessen, Mittelrhein y Mosel. Si ve ve un mapa vitivinícola de alemania, las 80 mil hectáreas de vides que cultivan anualmente, se encuentran casi todas al suroeste cruzadas por los ríos Rhin, Mosel y Neckar. En estas regiones trabajan 13 mil viticultores donde más del 70% se destina a uvas blancas, muchas de ellas autóctonas, incluso algunas llevadas por los romanos hace más de 2000 años.

Los vinos blancos degustados, salvo un par de excepciones, muestran un color suave, un amarillo pajizo pálido, con aromas a frutas y flores, en boca increíblemente minerales y ácidos, con fuerte aguja en la lengua. Pero en líneas generales como una canción que de principio a fin da la misma melodía sin momentos picos, ni improvisaciones, ni cambios de ritmo. Solo una canción correcta, bien ensamblada pero aburrida. Lamento ser tan dura, pero incluso la presentación del año pasado se mostró más interesante.

Los blancos degustados fueron: Müller Thurgau QbA Trocken Frank & Frei (2008), Frickenhäuser Kapellenberg Silvaner (2008), Ihringer Fohrenberg Wiß burgunder Spätlese Trocken (2007), Gusntersblumer Steig Terasse Riesling (2008), Bopparder Hamm Mandelstein Riesling Spätlese trocken (2008), Kaseler Nieschen Riesling QbA Trocken Großes Gewächs (2006), Hattenheimer Nussbrunnen Riesling Auslese (2007) y Graacher Domprobst Riesling Eiswein (2004). Este último, el más interesante a mi parecer porque se trata de un ice-wine, que tambien producen los canadienses, que se hace por un proceso donde no se cosecha la uva hasta que baja la temperatura hasta -7 °C, entonces congeladas se hace una rápida recolección. Se obtiene un vino muy dulce, con un 177 g de azúcar residual, para mi sorpresa el mejor descriptor que encontré fue el sabor del ponsigué, con toques minerales en una mezcla nada común.

En líneas generales, una muestra interesante, diferente a los que estamos acostumbrados. Ahora, si los vinos alemanes desean entrar al mercado venezolano (si no es que ya salieron corriendo con el tema de los dólares), tienen que seleccionar más calidad. Sobre el gusto del mercado local nunca se sabe, porque para sorpresa de todos el famoso vino alemán de la botella azul llamado Liefraumilch, cuya terrible traducción fue «la leche de la mujer amada», tuvo un record de ventas nada despreciable, ahora habrá que ver cuánto influyó en eso el popular video de Roxanna y Jorge.

Vanessa Rolfini Arteaga
Vanessa Rolfini Arteaga
Comunicadora social y cocinera venezolana dedicada al periodismo gastronómico. Egresada de la UCAB con estudios de especialización en la Universidad Complutense, de crítica gastronómica en The Foodie Studies y entrenamiento sensorial en la Escuela de Catadores de Madrid. Actualmente, redactora en Sommelier y columnista del diario Correo de Perú. Conductora de rutas gastronómicas y editora de guías. Experta catadora de chocolates.
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