La chocolatier venezolana María Fernanda Di Giacobbe recibió esta semana el Basque Culinary World Price, a la mejor iniciativa de transformación social a través de la gastronomía. Pero, ¿qué importancia tiene?, ¿cómo afectará la vida de los emprendedores y comunidades relacionadas al cacao en nuestro país?
Di Giacobbe desde 2009 lidera varios proyectos de educación a emprendedoras en comunidades vinculadas al cacao, hasta el momento solo el proyecto Bombón contabiliza más de 8 mil asistentes a talleres, de las cuales han surgido más de 1500 emprendedoras.
Por otra parte, se suman los proyectos “Cacao de Origen” con el laboratorio y elaboración de barras “bean to bar” e intercambio de información con destacados chocolatiers y “San Benito” con un programa de pasantías y clases de especialización para artesanas del chocolate y que cuenta con una plataforma de mercadeo y colocación de sus productos.
Las acciones lideradas por Di Giacobbe se midieron con proyectos sociales en los cinco continentes, donde destacaban escuelas de cocina en zonas populares, nutrición escolar, apoyo al productor, rescate de semillas nativas, entrenamiento a discapacitados, reivindicación de tradiciones entre otras áreas.
Este premio que otorga el Basque Culinary Center viene a ser – a riesgo de parecer exagerada – el Nobel de la gastronomía, que además de considerar iniciativas en todo el mundo, otorga una sustanciosa suma de dinero para apoyar su continuidad y desarrollo.
El jurado de la primera edición, lo lideró el chef español Joan Roca y estuvo conformado por chefs de cocina como Gastón Acurio, Heston Blumenthal, Elena Arzak, Massimo Bottura, pasando por el científico Harold McGee hasta la escritora mexicana Laura Esquivel.
Y yo me pregunto, ¿cómo es posible que el Estado venezolano no apoye este tipo de iniciativas o sus similares? Dónde está el trabajo con las comunidades cacaoteras en todo el país con resultados efectivos. Solo se pueden considerar algunas iniciativas privadas como las llevadas a cabo por Empresas Polar con Proyecto Birongo y el Plan Cacao de Nestlé Venezuela.
Pero el Estado se empeña en entorpecer la labor de gente como Di Giacobbe, a quien por ejemplo, en 2015 el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo – PNUD- otorgó una donación de 50 mil dólares para comprar maquinaria destinada a las escuelas en chocolatería, pero como se hacía a través de organismos públicos el dinero pasó por el cambio oficial y se disminuyó de tal manera que no alcanzó ni para pagar los aranceles portuarios. Es que ni siquiera, fueron capaces de hacer una exoneración, al punto, que hasta el sol de hoy hay compromisos de pago pendientes.
Pero a la tenacidad de Di Giacobbe y su equipo no la detiene la mezquindad y miopía gubernamental, y ahí está, demostrando que hay muchas maneras de crecer porque el cacao venezolano es mágico como bien dice la propia chocolatier , “transforma todo lo que toca, incluida la vida de miles de personas que encontrarán en este fruto y sus derivados, una vida digna y un trabajo del cual enorgullecerse”.