¿Qué son las marcas colectivas?

“Marcas colectivas”.  A primera lectura da la impresión que el término se explica por sí mismo, en una especie de figura que agrupa a muchos productores bajo una etiqueta única. Aunque se aproxima bastante a la definición, sus implicaciones se extienden enormemente, al sumar varios esfuerzos individuales que poseen una naturaleza común, en pro de resultados de mayor envergadura, que se ciñen a una figura jurídica que brinda el Estado.

Un ejemplo emblemático sucedió en 2015, cuando trece asociaciones campesinas de Lambayeque – Perú – encontraron en este mecanismo una manera combatir las consecuencias económicas de la deforestación, que paradójicamente trajo como consecuencia la aparición de hongos comestibles, apreciados en el mercado gourmet.

Buscaron asesoría, establecieron metodologías comunes de recolección, deshidratación, comercialización y sirviéndose de la etiqueta común “Inka Wasi”, han logrado llegar a mercados foráneos como Chile y España. En este caso, cada asociación puede tener su marca, pero están amparadas por una especie de paraguas, es decir, una marca colectiva que garantiza al consumidor origen, estandarización y calidad.

Marcas coletivas = signos distintivos

“La marcas colectivas son signos distintivos,  que nuestra ley establece entre la serie de elementos de propiedad intelectual, a lo que se suman las marcas ordinarias que conocemos de productos y servicios, denominaciones de origen, marcas de certificación, nombres y lemas comerciales entre otros. Cada uno tiene una finalidad específica, con la intención ayudar al consumidor a hacer su elección de compra”, afirma Jack Cieza Pastor, de la Dirección de Signos Distintivos del Instituto de Defensa de la Competencia y de la Protección de la Protección de la Propiedad Intelectual (Indecopi) en Perú.

En este caso, las marcas colectivas pertenecen a los productores, no al Estado, “es el ropaje perfecto para que una organización que la ha solicitado se asocie, realice actividades que le permitan llegar al mercado, les facilita su posicionamiento y obtener mayor reputación. Esta figura permite una maduración previa a la denominación de origen, para que vayan tomando experiencia de mercado. En el caso del Perú, muchos de nuestros productores agrarios están acostumbrados a cultivar la tierra pero no son comerciantes, entonces, el Estado interviene un poco para ayudarlos a seguir escalando en la cadena productiva”, agrega Cieza.

Ciento setenta y seis

Actualmente, Perú posee 176 marcas colectivas registradas. 113 están vigentes según información suministrada por Indecopi, en las áreas de productos y servicios.

“La idea de una marca colectiva es establecer metas en conjunto para enfrentar el mercado. El sustento tiene como trasfondo una organización de productores,  cuyo número no está determinado por la ley, pero lo importante es que trabaje efectivamente en el mercado, que además de estar constituido y que funcione.  Se trata de un activo intelectual como cualquier otro bien y atado a todas las condiciones a las que están sujetos todos los bienes, con la particularidad que es de carácter inmaterial”, explica Cieza.

En Perú las marcas colectivas incluyen desde cría de animales como Ceprocuy, piscicultura como Acuijunin con las truchas, ambas en Junín. También se cuentan productores de quínoa como Campo Verde en Ayacucho, Aynok´a y Viz Kik; frutas como Plátano del Molino y Agropiñas Roja Porotina; a lo  que se suman la miel La Reina de Olmosa, papas nativas como APRO y Sumag Songo, además del caso de los hongos de Lambayeque.

Pero también se cuentan productos procesados como los casos de los panes de ASIPA (Asociación de Industriales de la panificación) en Cajamarca y los Panes de Chuta Oropsa; los tallarines de casa Doña Mica en Abancay, las cevicherías La Rosa Toro, el expendio de emolientes Tradición de los Incas y se extiende a materia prima destinada al vestido como Alpaca Blend Mark y Peruvian Pima. Solo para brindar un panorama general del alcance de los productos y servicios.

Experiencia positiva

“La experiencia ha resultado positiva en líneas generales, tenemos una actividad seria comprometida con la promoción de marcas colectivas y en dicha medida uno puede ver los resultados, si se revisan los años 2012 y 2013 eran cuatro o cinco solicitudes anuales, en comparación en 2015 ha subido el número a catorce y a mitad de 2016 ya habíamos pasado esa cifra”, apunta Cieza.

Al respecto, David Torres Bisetti de la tostaduría que lleva su apellido materno, y quien trabaja con comunidades productoras de café, afirma que “son una alternativa interesante de las cooperativas para poder entrar en el mercado y mantenerse. A veces los productores tienen volúmenes que de forma individual no satisfacen a determinados clientes del mercado local y extranjero. Gracias a esto es que pueden reunir los volúmenes que se les pide, siempre y cuando mantengan la calidad”.

“Se trata de un esquema de valor agregado donde el éxito tiene que partir de los mismos actores. No de las organizaciones no gubernamentales o del Estado, quienes pueden apoyar, pero no son los protagonistas. Las marcas colectivas tienen que dar garantía de trazabilidad, porque un elemento importante es la estandarización y que no haya diferencias entre productos de una misma marca”, afirma Vilsic Bocangel, fundador de Amazona Chocolate.

Dónde comenzar, cómo concretar

“Se hacen a medida. Conversamos con los productores y les preguntamos cuáles son las características de su producto, qué le quiere comunicar al consumidor, cómo lo quiere vender, por qué cree que el consumidor preferirá su producto. Eso es fundamental que ellos lo identifiquen”, afirma Ray Meloni García presidente de la Dirección de Signos Distintivos de Indecopi.

Uno de los requisitos que se pide para su conformación es el reglamento de uso, al que se le pueden hacer modificaciones posteriores. “Normalmente las asociaciones que piden marcas colectivas ya son cooperativas y sus miembros pueden en el tiempo variar”, puntualiza Cieza.

“La asociación es la titular de la marca colectiva no el productor, quien como miembro tiene autorización de utilizarla, pero no excluye al mismo productor de tener su marca propia y ambas pueden ir en la misma etiqueta. Actualmente, Indecopi ha diseñado toda una estrategia de posicionamiento de promoción de marcas colectivas y de certificación, porque ha identificado que es necesario promover estas figuras a favor de quienes más lo necesiten”, agrega Cieza.

La versión original y completa de este texto, ha sido escrito por Vanessa Rolfini Arteaga, editora de RutasGolosas.com para la revista peruana Catering & Gastronomía en el número 9.

Vanessa Rolfini Arteaga
Vanessa Rolfini Arteaga
Comunicadora social y cocinera venezolana dedicada al periodismo gastronómico. Egresada de la UCAB con estudios de especialización en la Universidad Complutense, de crítica gastronómica en The Foodie Studies y entrenamiento sensorial en la Escuela de Catadores de Madrid. Actualmente, redactora en Sommelier y columnista del diario Correo de Perú. Conductora de rutas gastronómicas y editora de guías. Experta catadora de chocolates.
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