Innumerables son las anécdotas de inmigrantes italianos que cuando tocaron suelo venezolano huyendo de la Segunda Guerra Mundial, sufrieron cambio de nombre o de oficio al momento de registrarse. ¿La razón? Malentendidos propios del desconocimiento de los idiomas. Con toda seguridad “el pasticho” experimentó la misma suerte, porque su nombre originario es Lasagna o Lasaña.
Su preparación que consiste en tiras de pasta que van formando capas, las cuales van rellenas de salsa a base de carne y tomate, alternadas con salsa bechamel y queso parmesano. Este platillo es uno de los más famosos del mundo, al punto que el país con el consumo más elevado es Inglaterra, donde se estima se consume una porción cada 26 segundos.
En Venezuela, se ha hecho tan popular al igual que otros platillos como la hallaca, cada familia sin importar su ascendencia, ostenta su receta. Un dato curioso es que si se busca la palabra “pasticho” en Google, aparecen más de veinte mil referencias sobre la receta, número que emula a la palabra “arepa”, pero además siempre se hace la salvedad que se trata de un modismo de la tierra de Bolívar, entonces surge la expresión “pasticho venezolano”, redundancia quizá.
Las variantes locales son innumerables, por una parte, se le agregan capas de jamón o se sustituye la pasta por plátano, cachapas de hojas -versión conocida como Chalupa-. Otras cambian la salsa por una de pollo o de pescado – versión que inspira el oriental Pastel de Chucho. También está el famoso pasticho de berenjena más parecido a la musaca griega. Por su parte, a la bechamel se le dice salsa blanca y se utiliza la Maizena como espesante y como el queso parmesano suele ser costoso, en muchos casos se le sustituye por queso blanco duro o por el de año.
Barato y rendidor
Después de la Segunda Guerra Mundial, los italianos aportaron sus conocimientos como en el caso de la construcción, el calzado, la agricultura y por supuesto, la gastronomía.Se dedicaron al expendio de preparaciones culinarias, fundando una serie de restaurantes que ofrecían platos de diversas regiones de Italia, a precios muy accesibles. A ellos se debe la popularización de la restauración en Venezuela y de las mesas que ellos sirvieron fueron incorporándose a nuestro acervo culinario varios platos oriundos de esa península europea”, afirma el historiador y gastrónomo José Rafael Lovera.
Por otra parte, “la palabra lasaña deriva del latín lausiae, que significa lastra o laja de piedra (de lapides, piedras). Luego los romanos indicaron con el término lasanum una vajilla de cocina, antecesora de nuestras cacerolas, y por último se llamaron lasanae unas tiras de pasta que se cocinaban en leche y se condimentaban con aceite (…)Las lasañas probablemente representan el formato de pasta más antiguo después de los gnocchi”, afirma el autor merideño Mario Spinetti Berti.
Pero el pasticho es tan popular que hasta en los anaqueles de los supermercados se puede encontrar la pasta que se cuece “directo al horno”, una versión que le ahora al cocinero un paso de la preparación, cuyas instrucciones hacen la salvedad que la bechamel tiene que ser más líquida de lo habitual. La receta es frecuente en todo tipo de empaques, desde salsas para pastas hasta cajas de Maizena.
Su elaboración no se limita a tratorias o ventas de comida italiana, es común encontrarlo en los menúes de areperas, ventas de pollo en brasa, chiringuines como parte del sopa y seco, expendios de comida rápida, en porciones individuales en los congeladores de los supermercados o como encargo para los niños en las fiestas o de adultos que prefieren irse por lo seguro, porque de algo no cabe duda, el pasticho gusta prácticamente a todos.
Además, el vocablo “pasticho” ha encontrado otras acepciones en esta tierra, como sinónimo de caos y desorden, así que la expresión “venezolanísimo pasticho” puede tener muchas lecturas, apetitosas algunas, pero desconcertantes otras.
Texto publicado en la sección Así Somos con gusto, revista Bienmesabe Junio 2011.
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