Berenjenas gigantes de hasta dos kilogramos y medio que podrían formar parte de la trama de «Wallace & Gromit y la batalla de los vegetales», pero cultivadas en el pueblo de San Juan Bautista en la isla de Margarita.
La primera vez que supe de ellas fue por un comentario de mi amiga periodista Mariángela Velazquez, así que cuando me las topé en SIGO las identifiqué inmediatamente. Las cultiva el ingeniero agrónomo Sergio Somov – productor de ajíes dulces y otras delicias -, a quien los papás de su yerno le pidieron que probara con unas semillas que trajeron desde el Líbano, porque no estaban contentos con las berenjenas que encontraban por estos lados.
Lo cierto, es que después de varios ensayos, las berenjenas hicieron de San Juan su terruño, al punto que se dan con una calidad extraordinaria, además de su tamaño que sorprende hasta al más escépticos. Incluso Jhonny – yerno de Somov – me comentó que hasta son mejores que sus parientes libanesas.
Las berenjenas son ricas en pulpa, de piel delgada, pocas semillas y un con amargor inulsualmente bajo cuando se trata de este vegetal. Son tan grandes y pesadas que hay que amarar las plantas para que no caigan al piso y con una de ellas se puede llenar un frasco de antipasto o hacer un pasticho.
La respuesta del público ha sido inmediata, y sin proponérselo Somov tiene un producto que vale su peso en oro en las manos, que por el momento solo se puede adquirir en Margarita, pero tengo la esperanza que en algún momento llegue a otras ciudades del país.
Después de cosechadas las colocan en esta pala mecánica, luego las seleccionan, lavan y colocan un sello de calidad antes de llegar a los supermercados. Impresiona ver cuando las cosechan cómo se las lanzan en medio del campo como si fueran balones.