Espirituoso ponche crema

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“Ponche suave, sabroso, dulce y cremoso”, reza la descripción perfecta de la que se sirvió la publicidad y el beisbol, para promocionar la bebida soberana de la mesa decembrina criolla, el Ponche Crema.

Hay muchas versiones del ponche en el mundo. La irresistible fórmula de leche, azúcar y huevos con un toque de alcohol, la convierte en un sabor casi primario.  Con toda seguridad, una fascinación nacida de  los dos primeros sabores que registramos en la memoria gustativa y en el corazón: leche y azúcar.

Pero en Venezuela, se le da otra acepción. Entonces, el ponche además es cremoso y sinónimo de fiesta. A cualquier venezolano los vocablos “Ponche Crema”, le estimulan las papilas gustativas y lo ubica sin remedio física y emocionalmente frente a la mesa navideña, con hallacas, panes de jamón, ensalada de gallina, pernil, dulce de lechosa, torta negra y al fondo, el contagioso ritmo de las gaitas. Convirtiéndose, tal vez, en una de las mesas decembrinas más completas y fascinantes de la gastronomía universal.

En este reino de sabores y excesos, el ponche crema tiene su lugar. El Ponche Crema más famoso es el de Eliodoro González Poleo, un perfumista y químico  caraqueño de finales del siglo XIX, amante de la buena mesa, que ideó la fórmula para convertir la ya famosa “leche de burra”, en un producto de calidad, estable, sin necesidad de refrigeración, que le valió reconocimientos en Europa.

Además, Don Eliodoro resultó un gran publicista. Se sirvió del beisbol, el deporte más popular en Venezuela cuya temporada coincide con la Navidad, para sellar la alianza que parece no se disolverá nunca. “Ponche suave, sabroso, dulce y cremoso”, se escuchaba en la radio y la televisión cuando un bateador recibía el tercer “strike”, lo que deriva en un “out”, es decir el jugador queda fuera de la contienda.

Entonces, la fonética estaba servida, el anglosajón “punch out”,  se convirtió en “ponchao”, que también se le dice a una persona que queda “fuera de una situación de manera forzosa”.

Más de un siglo lleva el Ponche Crema en el mercado, su fórmula es celosamente guardada y solo la conocen en la actualidad tres personas, lo que la coloca junto a la Coca Cola en un enigma culinario. Sin embargo, existen muchas recetas caseras, otras marcas comerciales, variaciones con chocolate, sarrapia, vainilla, incluso sin alcohol.

Separados al nacer

Los ponches tienen muchas versiones, en algunos países son más populares que en otros, al respecto, el periodista gastronómico argentino Alejandro Maglione afirma sobre el Ponche Crema, “hay una bebida casi idéntica del  siglo XVII en Holanda y se llama Advokaat o Advocaat. Existe en la Argentina, una versión producida por la empresa Bols y se llama «Licor de huevos». Un holandés me explicó, que las cucharillas de plata que se venden por doquier en Holanda, tienen como fin primordial, el raspar el fondo de pequeñas copas en que se bebe, para levantar todos los restos cremosos que quedan en su fondo”.

Por su parte, al Advokaat también es común en Bélgica. Consiste en una bebida más densa compuesta por leche, huevos, brandy o ginebra y aroma de vainilla, café o chocolate. Algunas fuentes bibliográficas, aseguran que está inspirada en una pócima medieval llamada Posset, elaborada con leche caliente mezclada con cerveza o vino, una porción de cereales, a la que luego se le añadió huevos.

Otras versiones  de ponche son el Rompope mexicano, que además lleva almendras molidas y canela, cuya autoría se le endosa por igual a las mojas Clarisas y Agustinas.  En Norteamérica es famoso el Eggnog, también conocido como Caspiroleta, popular en festividades de fin de año y acción de gracias, que en un principio llevaba brandy, pero la proximidad con el Caribe hizo que se impusiera el ron.

En Puerto Rico se ha hecho popular el Coquito, elaborado con leche de coco, leche condensada, ron blanco, huevos, canela y vainilla. Es una versión del ron con coco al que le añadieron azúcar, y todo indica que la presencia norteamericana en la isla, logró su versión caribeña del Eggnog.

Maglione, afirma sin dudar cuando se le pregunta sobre el ponche ideal, “no soy especialista, pero hay dos temas básicos: un buen alcohol, de primerísima calidad, y luego los productos con que se elabore. El secreto, para mí, está en que sea sabroso”.

Al respecto, Armando Scannone afirma que el buen ponche “tiene sabor a licor y leche. Con cuerpo, no puede ser aguado, que te lo puedas tomar como una chicha. Para mí el punto de comparación es el de Eliodoro González P. He tomado muchos caseros y son buenos, pero este es mi favorito”. Además aclara, “es una versión refinada de la leche de burra, una bebida espirituosa que tiene alcohol. Es inconcebible el Ponche Crema sin alcohol.”

Texto publicado en la sección «Así somos con gusto» de la revista Bienmesabe, diciembre 2012.

Vanessa Rolfini Arteaga
Vanessa Rolfini Arteaga
Comunicadora social y cocinera venezolana dedicada al periodismo gastronómico. Egresada de la UCAB con estudios de especialización en la Universidad Complutense, de crítica gastronómica en The Foodie Studies y entrenamiento sensorial en la Escuela de Catadores de Madrid. Actualmente, redactora en Sommelier y columnista del diario Correo de Perú. Conductora de rutas gastronómicas y editora de guías. Experta catadora de chocolates.

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