“Aprendí a hacer tequeños viendo tutoriales de Youtube”, afirma Melanie Sánchez quien junto a su socia Valeria Jiménez hacen el famoso pasapalo en Lima, donde residen desde hace dos años. Las valencianas cuentan que en los videos se toparon con todo tipo de opciones, hasta un maracucho que meneaba un whisky con un dedo mientras extendía la masa. A la luz de los millones de venezolanos que se han dispersado por el mundo, la comida se ha vuelto también un buen negocio, pero es suficiente ser venezolano para difundir digna y adecuadamente nuestra culinaria.
Sánchez y Jiménez llegaron a un producto de calidad, crearon la marca “Cartire” que venden por las redes sociales, especialmente entre amigos y conocidos. En su caso, la receta es el resultado de lo aprendido en Youtube, empreño y mucha memoria, porque ciertamente se trata de un bocado cuyos registros están claros la memoria fisiológica y sensorial de cualquier venezolano.
Su caso, además tiene otro componente interesante, las impulsó a hacer tequeños el empeño en explicar que los que venden en su país receptor, no guardan relación con el plato original, donde se hace una versión con masa de watón rellena de queso. Incluso en el supermercado venden en la sección de congelados una marca llamada “Los Teques”. Entonces, la indignación las llevó a la acción y la acción al negocio.
Armando Scannone sostiene que los venezolanos tenemos un repertorio que no supera los quince platillos, que en líneas generales tenemos una visión bastante miope de nuestra propia gastronomía. He hecho el experimento de pedirle a amigos y conocidos que enumeren sin pensarlo todos los platillos venezolanos que vienen a su cabeza. Créanme, de un solo tirón con dificultad logran enumerar diez, sin tener que hacer una pausa para pensarlo mejor. Luego mirando hacia el cielo buscando ayuda, la mayoría con mucha suerte alcanzan los treinta.
Entonces, ¿cuál es la cocina venezolana que viaja por el planeta? En líneas generales, nos limitamos a arepas, cachapas, hallacas, pan de jamón, tequeños, y de ahí en adelante se ve uno que otro pabellón, quesillo y golfeados. Salvo cocineros profesionales que amplían el repertorio o dan otras opciones, nuestra gastronomía ofrece opciones escasas, más allá que la versatilidad que brinda la arepa.
No deseo que esta reflexión se tome como un reclamo, solo me parece que aprovechamos muy poco nuestra riqueza culinaria en el exterior; pero no podemos promocionar lo que no conocemos a cabalidad. Me encantaría ver que poco a poco incluyamos otras opciones, como conservas, marquesas, pasteles, carnes preparadas en vinagreta, corbullón, domplinas, macarronadas, pasteles de polvorosa, escabeches, cruzados, entre otras posibilidades. No me canso de recordar que solo el recetario rojo de Scannone tiene 742 recetas.
En días recientes, la chef Tamara Rodríguez ofreció una cena de cocina pariana en el restaurant de su hijo Valencia, España, asistió el colega José Ramón Navarro (quien hace dos años visitó Venezuela) y escribió una reseña donde básicamente expresaba maravillado su sorpresa ante una culinaria de la que se conoce tan poco fuera de nuestro país. A lo que yo le agregaría, y dentro de él también.
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Texto publicado originalmente en la columna Limones en Almíbar del diario El Universal el 5/11/20016