Tomate Margariteño: el ñero más apetecible

tomate margariteño

Deformes, irregulares, ni siquiera lucen apetitosos, sin embargo, basta probar un bocado para que el comensal sientan un goloso flechazo, cuyo efecto le durará de por vida. Los tomates margariteños o de Margarita son raros, únicos, un “error” de la naturaleza nacido de la adaptación a condiciones ambientales adversas.

Buscados y apreciados por su pulpa firme, grandes dimensiones, penetrante aroma, ligera acidez y la sensación de frescura que enamora al paladar. No se trata de cualquier tomate, porque sus rodajas engalanan desde el más simple hasta el más versado de los platos.

Se trata de un producto que solo se desarrolla en la isla de Margarita, si se llevan las semillas a tierra firme, se obtendrán frutos lisos, parejos y sin gracia. Pero las altas temperaturas del día, el sol que quema, las noches frescas y el agua ligeramente salobre son la fórmula que encontró el terruño.

¿De dónde vienen las formas caprichosas? “la deformación obedece al exceso de calor y aridez, que se traducen en una polinización pobre e irregular, que impide que los lóculos de las flores tengan la misma oportunidad de desarrollarse”, expresa el ingeniero agrónomo Sergio Somov.

Se trata de un isleño cuyo nombre y apellido deja claro su procedencia y su ser. Pero en este caso la estética encuentra otros caminos, voltea la concepción clásica de la forma y su deformidad lo hace simplemente irresistible. El margariteño más sensual y apetecible.

Privilegio para isleños, navegados y turistas. Nadie dice en voz alta “voy a la isla a comer tomates margariteños”. No es una motivación como la playa o el licor barato, sin embargo, basta que aparezca en un menú o en la sección de vegetales de un supermercado para no quitarle las manos de encima. Entonces, se convierte en un placer discreto e intenso que nos hará volver una y otra vez.

Texto publicado en la edición aniversario Revista Estampas

Vanessa Rolfini Arteaga
Vanessa Rolfini Arteaga
Comunicadora social y cocinera venezolana dedicada al periodismo gastronómico. Egresada de la UCAB con estudios de especialización en la Universidad Complutense, de crítica gastronómica en The Foodie Studies y entrenamiento sensorial en la Escuela de Catadores de Madrid. Actualmente, redactora en Sommelier y columnista del diario Correo de Perú. Conductora de rutas gastronómicas y editora de guías. Experta catadora de chocolates.
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